
Con toque disco y un mensaje sexualmente explícito, la canción tuvo problemas con la censura en Latinoamérica
25 jul 2023 . Actualizado a las 17:25 h.El brillo de la bola de espejos que giraba y giraba en las discotecas de Estados Unidos ya deslumbraba en Europa en 1978. El inicio de Hay que venir al sur de Raphaella Carrá lleva el aroma de Studio 54 desde su arranque. Bajos poderosos. Guitarras funkys. Ritmos in crescendo. Ese es el telón que se descorre para que Raphaella Carrá emerja como una arrebatadora estrella de pop cuya sonrisa contagiosa iba a irritar a los sectores más conservadores de la ciudad.
La canción lleva al castellano A far l’amore comincia tu. Y en ella Raphaella daba su particular versión del disfrute de la vida y sus urgencias. «Por si acaso se acaba el mundo / todo el tiempo he de aprovechar», canta para abrazarse a unos placeres carnales que, según reza su letra, se encuentran en la parte baja del mapa: «Para hacer bien el amor hay que venir al sur». Esto entonado por una mujer en ese momento dentro del estribillo de una canción que se radiaba sin parar —y ampliaba su efectos con esas percusiones ya míticas— provocó reacciones encontradas.
Pero nada comparado a lo que pasó en países como Argentina o Chile, entonces regidos por dictaduras. Allí la letra experimentó un sutil cambio. «Para enamorarse bien hay que venir al sur», tuvo que cantar.