
Reportaje | El legado del poeta nacional de Uruguay, natural de Ribadeo La herencia del poeta del gauchismo, que nació en la parroquia ribadense de Ove, desaparece en el país uruguayo ante la falta de ayuda económica
23 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.En Montevideo hay una calle llamada El Viejo Pancho. Y un restaurante. Y miles de libros firmados por El Viejo Pancho. En Uruguay todo el mundo sabe quién es El Viejo Pancho: el poeta del gauchismo. La educación secundaria uruguaya tiene en sus temarios a Rosalía. La herencia gallega es muy fuerte en el país sudamericano, pero muy pocos saben que ese poeta gaucho con su lenguaje de la chacra tenía el mismo origen que la poetisa nacional. El Viejo Pancho se llamaba realmente José Alonso y Trelles y vino al mundo en Ribadeo allá por el 1857. Dieciocho años más tarde Alonso y Trelles desembarcaba en Argentina. Él, con su acento gallego y su cultura del noroeste (su padre era de Asturias, lugar en el que también vivió antes de embarcarse), se convirtió, después de publicar su único libro, Paja Brava, en el símbolo nacional de los gauchos. "Nunca montó a caballo ni jamás utilizó el poncho -explica su nieto, Luis José Trelles, que vive en Montevideo- pero así llegaron a pintarlo". Aquel gallego poeta se convirtió en el imaginario popular en un gaucho montaraz que ingresó en las filas del partido Blanco (tradicionalmente representativo de la gente del campo) y llegó a ser diputado. El hombre que murió en Montevideo en 1924 y que vivió toda su vida a 80 kilómetros de la capital, en un paraje rodeado de campo llamado El Tala, sigue acaparando páginas en los suplementos de cultura de los diarios montevideanos y minutos en los principales canales del país. Eso mientras son pocos los que saben que en Galicia nació uno de los próceres de las letras uruguayas. El Viejo Pancho, con sus versos plagados de léxico gaucho, dejó su patrimonio entero en la casa de El Tala en la que pasó la mayor parte de su vida. La vieja estancia fue declarada en 1992 monumento Histórico Nacional por el Gobierno. El objetivo era salvarla del olvido que poco a poco la iba convirtiendo en una ruina. Ya en el año 76 se constituyó una comisión reclamando la restauración el lugar y que se convirtiese en museo. Uno de sus miembros, Ever Figueredo, vive a escasos 200 metros de la estancia de Alonso y Trelles y explica los avatares del proceso: "Llevamos luchando desde entonces porque este lugar no caiga en el olvido, además, son muchos los que vienen a visitarlo". Hoy la casa es una ruina que amenaza con desaparecer. Comida por la maleza y con el suelo podrido y el techo cayéndose a pedazos, nadie podría decir que forma parte del patrimonio uruguayo, Hasta 1985 seguía en su interior la biblioteca del escritor, formada por cerca de 3.000 volúmenes. Cuenta Figueredo que un buen día se la llevó uno de sus herederos, que acabó vendiéndola. Lo mismo ocurrió con su colección de pipas y de galeras (un tipo de sombrero) que tenía el escritor. Sólo queda la mesa de trabajo y algunos muebles inservibles. Se pueden ver a través de las ventanas desvencijadas en un lugar en el que sólo los perros salen a recibir al visitante. Sin olvidar su tierra Las huellas de un gallego con cuyos poemas el propio Gardel compuso varios tangos, corre camino de una desaparición que sólo un grupo de amigos sin recursos propios trata de impedir sin que durante los últimos 80 años nadie les haya escuchado. Cuenta su nieto Luis José Trelles que el que pasó a la historia fue el gaucho montaraz y el que falleció, el gallego Alonso y Trelles, pero cuenta también que aquel hombre culto, que recibía las últimas novedades editoriales desde Europa, que promovía revistas desde el pequeño pueblo en el que educó a sus ocho hijos, siempre miró hacia la tierra de su madre, y que regresó a Ribadeo a despedirse de ella antes de su muerte. "Pancho es un melancólico con huellas de Rosalía de Castro", cuenta su nieto. Aquel hombre de traje y acento foráneo escribe su libro en El Tala, un lugar tranquilo, de anchos horizontes donde la vida pasa a ritmo lento entre caballos y ganado. Allí descansa el poeta de Ribadeo, un hombre que marcó las letras uruguayas y al que Zorrilla de San Martín, hijo de uno de los escritores nacionales, le esculpió un busto. Si nadie lo remedia el deterioro de la casa en la que vivió, será todo lo que quede en su memoria en unos años. Eso y su obra. Gestiones Una delegación de Ribadeo, integrada por ediles del PP y del BNG (el PSOE reusó participar) se desplazó en 2001 a Uruguay en el 140 aniversario de la fundación de El Tala. Allí se dio el nombre de Ribadeo a una calles y surgió el compromiso de crear un centro de estudios iberoamericanos en la Casa de Cultura ribadense, para el que el gobierno de Uruguay donó varios miles de libros. Además, el Concello de Ribadeo reeditó el libro Paja Brava . En el parque de Ribadeo permanece una estatua de El Viejo Pancho, que pagaron emigrantes ribadenses en Uruguay.