Si el proyecto prospera una de las consecuencias directas sería la creación de empleo en la fábrica de Vilaframil. CAG estima que el primer año se necesitarían ocho personas para el desarrollo del avión, alcanzando en el décimo año los 59 trabajadores. Los beneficios llegarían a partir del cuarto año. Miró calcula que en el décimo año las ganancias netas de explotación superarían los seis millones de euros.