En todo el Occidente astur no hay ninguna sala cinematográfica. El Principado va a restaurar la de Luarca, acondicionándola como auditorio municipal
05 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Han pasado 52 años desde la proyección de Picnic, la película ganadora de dos Oscar que inauguró las proyecciones en el Cine Goya de Luarca. El discurrir de las décadas ha dejado una imagen muy distinta a la de antaño, cuando esta sala era una de las más importantes del Occidente asturiano. En estos momentos, las butacas del cine comparten espacio con escombro, madera podrida y, sobre todo, mucho polvo. Polvo que se ha ido acumulando desde 2001, año del cierre de la sala por falta de espectadores.
Una situación idéntica a la ocurrida en otros tradicionales cines de la comarca, como el Fantasio de Navia, el Edén de Tapia, el Cine-Teatro de Ribadeo, el Cine Mon de Burela o el que gestionaban los hermanos Pequenete en Foz. Todos dejaron de proyectar películas ante la falta de clientes, dejando el apartado cinematográfico en manos de los ayuntamientos y alguna asociación cultural.
A día de hoy, la única sala de cine abierta entre Ribadeo y Avilés es Cinelandia, en Ribadeo. La otra sala existente en A Mariña son los multicines de Viveiro.
Así las cosas, hasta Ribadeo se acercan centenares de personas del Occidente asturiano a disfrutar del séptimo arte, aunque cada vez es más habitual desplazarse a grandes áreas comerciales como las de Lugo o Avilés para asistir a un mayor abanico de estrenos, incluso de nuevas tecnologías como el cine en 3D.
Mucha vida social de la época se vivía en los cines. Es el caso del Goya de Luarca, donde miles de personas asistieron a grandes estrenos de finales del pasado siglo.
Ahora, Principado y Ayuntamiento quieren recuperar ese esplendor gracias a la recuperación del edificio, muy deteriorado, y a la construcción de un moderno auditorio de cerca de 400 butacas para acoger grandes congresos y conferencias.
Gracias a los dos millones de euros que cuesta la obra, aportados por ambas administraciones, se pondrán en marcha también salas de exposiciones y, cuando la obra culmine, la intención es convertir una parte en un museo del cine. Una nueva dotación que estará dedicada al director artístico Gil Parrondo, ganador de dos premios Oscar e hijo predilecto de Valdés.