Pablo Rodríguez recopiló centenares de cartas y poemas inéditos
27 mar 2011 . Actualizado a las 18:27 h.Asegura Pablo Rodríguez, más conocido en Ribadeo como Pablo Vivín, que cuando era un crío durante las comidas en su casa se hablaba más de la emigración y de Cuba que de cualquier otra ciudad española. De ahí el interés que desde niño le suscitó esta temática y el compromiso que asumió de, algún día, reeditar Añoranzas, obra de 1932 de su tío Manuel Rodríguez García, emigrante en Cuba. Al fin se ha hecho realidad. Pero hay mucho más, que forma parte del libro Manuel Rodríguez. Emigrante y poeta en La Habana, que hoy se presenta en la Casa do Mar, a las ocho menos cuarto de la tarde. En ella Pablo Vivín extracta centenares de cartas de su tío, en lo que supone un repaso histórico del siglo XX en Cuba, visto por un emigrante, desde 1915 a 1975.
La obra también incluye fotografías; un artículo de Manuel Rodríguez que se publicó en el libro de las fiestas de Ribadeo del año 1932; 23 poesías inéditas; artículos que escribieron sobre él, entre otros, Dioniso Gamallo Fierros; la obra Añoranzas, y una semblanza y referencias al hijo de Manuel Rodríguez, Litico, actor, comediante y bailarín cubano ya fallecido y que fue quien entregó a Pablo Vivín, en un viaje a Cuba, las poesías inéditas de su padre que ahora ven la luz. Con él adquirió el compromiso de reeditar Añoranzas, ahora cumplido.
El interés histórico y documental del trabajo que Pablo Vivín saca ahora a la luz es sobresaliente. Fue en el año 2009, cuando se encontraba en el desván de la casa de su madre, cuando revolviendo entre unas cajas descubrió un paquete envuelto en papel de estraza, atado con unas cuerdas y con unas letras escritas a lápiz. Eran todas las cartas enviadas por Manuel Rodríguez a sus hermanos, Manolo y Pepe.
«La localización del epistolario de Manuel Rodríguez García a su familia, desde su marcha hasta su muerte, nos deja constancia de la vida de un emigrante, donde nos detalla su trayectoria laboral, sus pasos en el mundo cultural cubano, su lucha por las libertades, sus penas al fallecer sus seres queridos, su morriña a Ribadeo y a su familia», señala Pablo Vivín, y añade: «Podemos decir que Manuel fue de los indianos que hicieron fortuna, trabajó para vivir y cuando los suyos estaban necesitados, él enviaba plata. Y puedo asegurar que después de estudiar a fondo sus cartas, él pensaba regresar algún día a Ribadeo, para pasar el resto de sus días observando la ría».
El libro recopila la vida de un ribadense, de un gallego, que con 18 años cumplidos tomó el camino de la emigración.