Tras 16 años de alcalde, la única vinculación que José María García Rivera mantiene con el Concello de Foz son sus obligaciones como concejal del PSOE. Ayer fue su primera jornada laboral alejado del despacho del consistorio y la empleó en pasear, hablar con los vecinos y hacer gestiones domésticas.
«Teño tantas cousas que facer que non teño tempo de aburrirme», explicaba ayer el exalcalde, que minutos después de abandonar el pleno de investidura del sábado ya se disponía a cambiar el traje y la corbata por ropa más cómoda para disfrutar de la romería de O Bispo Santo. Aprovechó la ocasión para disfrutar de la fiesta rodeado de la familia y de los amigos, y sin la responsabilidad implícita del cargo de regidor.
Confiesa que tiene el resultado electoral asumido y que ahora está centrado en aprovechar el día a día antes de reincorporarse a su puesto en la multinacional Alcoa, adonde tiene previsto regresar el próximo lunes, día 20.
García Rivera disfruta de una semana atípica, sin remuneración municipal y sin nómina de la empresa, pero sabedor de que inicia una nueva etapa profesional y personal separado del bastón de mando municipal. La política municipal la seguirá de cerca, en las filas de la oposición, para fiscalizar la tarea de gobierno del nuevo mandatario municipal al que públicamente ya le ofreció colaboración.
Sabe que su turno de gobierno ha concluido, pero sigue priorizando el interés vecinal y por ello no se opone a poner al día en algunos asuntos al nuevo regidor.