«Maruja se reía de todo, tenía un gran sentido del humor, jamás discutimos, yo le hacía retratos mientras trabajaba en su estudio y ella siempre se reía», cuenta el pintor lucense. Y cita al desaparecido médico y autor del libro Pintura y pintores de Viveiro, Fausto Galdo a colación del empeño de la Mallo en quitarse años. «No se quitaba uno o dos años, se quitaba mínimo ocho o nueve, y yo le decía ?pero Maruja, ¿es que ibas con calcetines y zapatos de charol a las exposiciones??. Fausto Galdo fue a verme a Madrid interesado en ver qué documentación le podría enseñar el que me trajo una partida de nacimiento de Viveiro. Por ella supe que había nacido en 1902». La primera gran exposición en la que participó Maruja Mallo fue en 1928, para Revista de Occidente. Algunas de sus obras están en el Museo Pompidou, en París, ciudad en la que «conoció brevemente a Picasso y ampliamente a Bretón».
Vázquez Cereijo, que pasa temporadas en la casa que tiene en O Vicedo, explica que los años de relación con Maruja Mallo le permitió conocer de primera mano historias relacionadas con los protagonistas de la llamada Generación del 27. Nombres como Lorca, Dalí, Miguel Hernández, entre otros, formaron parte de su vida. De Alberti, ni palabra: la dejó por quien fue su mujer, María Teresa León.