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Federico Mediante, autor de cien novelas populares vinculado al cine y a Ribadeo

martín fernández

A MARIÑA

Emigró a Argentina, fue explicador de cine mudo y escritor y se refugió en la villa ribadense

14 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Federico Mediante Noceda nació en Castropol en 1887 y emigró a Argentina a los 14 años. Se casó y regresó a Madrid. Trabajó como explicador de las nacientes películas del cine mudo y fue un exitoso y prolífico autor de más de 100 novelas populares. Era anarquista y, al estallar la Guerra Civil, se refugió en Ribadeo donde su hermano regentaba el Café-Bar Mediante. Allí adoptó a una niña, Concepción Loredo Peña, que crió junto a su mujer, la argentina Horentina Acosta Waytorn. Cuando él murió en 1950, ella y la niña marcharon a la Argentina.

Medio siglo después, su nombre, su memoria y su recuerdo hicieron confluir a tres personas -Ana Martínez Loredo, la hija de la adoptada niña de Ribadeo; Ileana, su nieta; y Alberto Sánchez, administrador del blog Bolsilibrosmemoria, de escritores de novela popular- que aportaron e intercambiaron datos y documentos para rescatar del injusto olvido a un joven emigrante, a un notable escritor pionero de la novela policíaca en España, a un comprometido ciudadano y a todo un personaje como fue Federico Mediante.

Trabajó en un circo

En 1911, Mediante dejó su Castropol natal y se embarcó. Quería conocer mundo. Llegó a la Argentina y tuvo varios trabajos antes de enrolarse en un circo que recorría el litoral. Con él llegó a Mercedes, ciudad situada al oeste de la capital. Allí conoció a su esposa, Horentina, a la que inmortalizaría al firmar sus novelas con el seudónimo H.A. Waytorn. Cuando regresó a España, se radicó en la madrileña calle de Malasaña 26, en el barrio del Dos de Mayo, y comenzó a trabajar en un cine como acomodador y luego como explicador.

Inicios del cine mudo

Fernando Méndez Leite -profesor, crítico y director de cine y presidente de la Escuela de Cine y Audiovisuales de Madrid- escribió en su Historia del Cine Español que, en el primer cuarto del siglo XX, Federico Mediante era muy popular en Madrid por su labor de explicador cinematográfico.

Era una curiosa profesión, con gran auge entonces. Tenía como función explicar caprichosamente el argumento de un film de cine mudo y aportar dosis de humor, sensiblería y dramatismo a las imágenes que mostraba la pantalla. Era una especie de médium entre el público y la película…

Ese trabajo -en el que se usaba todo tipo de objetos para imitar ruidos y para el que se precisaba buena voz, mucha labia e imaginación- fue la mejor escuela para lo que Mediante convertiría en su trabajo definitivo: la escritura de 107 novelas populares que hoy se conservan en la Biblioteca Nacional de España.

La mayoría de ellas fueron publicadas en las editoriales Rollán, Cisne, Iris o Moderna. Al menos 13 las firmó con su propio nombre aunque en la mayoría usó los seudónimos de H.A.Waytorn, Fred Baxter, Bill O`Hara y Boris King para las novelas policíacas y King Drake o Warner Williams para las del Oeste.

Crió a una niña, hija de una mujer sin medios, y limpió su historial con un certificado de Las Riberas del Eo

Durante la Guerra, Federico Mediante vivió en Ribadeo y su esposa Horentina quedó en Madrid. A su término, como no tenían hijos, criaron a Concepción Loredo Peña cuya madre natural entregó la niña a Federico para que se hiciera cargo de ella pues la mujer vivía con grandes dificultades, agudizadas por la postguerra.

La niña vivió con ellos en Madrid hasta 1950 cuando Federico, habitual fumador en pipa, contrajo un cáncer de garganta que acabó con su vida. Entonces, su viuda marcha a la Argentina y se lleva a la niña que vivió con ella hasta el fin de sus días, el 5 de octubre de 1990. Concepción Loredo se casó, falleció en 2015 y tuvo tres hijas. Una de ellas, Ana Martínez Loredo, conserva fotos y muchos libros de su abuelo adoptivo.

Al concluir la guerra, Mediante se vio obligado a claudicar para sobrevivir y escribió a favor del régimen franquista. Antes de 1936 ya colaboraba en La Comarca y en Las riberas del Eo. Y fue, precisamente, un certificado del director de Las riberas del Eo, José Mª Puebla Pumariño, _que se reproduce en estas páginas_ el que le sirvió para limpiar su historial y poder regresar a Madrid una vez acabada la contienda.

El documento está firmado en mayo de 1939 y dice que durante «todo el Glorioso Movimiento Nacional, trabajó como Redactor en Las Riberas del Eo habiendo prestado su valioso concurso en las propagandas patrióticas con unos artículos siempre inspirados en el resurgir de nuestra amada España»…

Federico Mediante fue un eximio representante de la novela popular. Un buen tipo, amante de su familia. Y uno de tantos españoles ya para siempre derrotados…

De Café Mediante a pionero de la novela policíaca

Mediante fue pionero de la novela policíaca en España y un prolífico escritor de la llamada novela popular. Muchos de sus autores eran opositores a Franco, represaliados en la postguerra que hicieron de esas obras, como él mismo, su medio de subsistencia.

Fue el caso de Marcial Lafuente Estefanía, general de Artillería en la República y autor de 2.600 novelas; de Eduardo Guzmán, escritor de Aurora de sangre, base de la película Mi hija Hildegart; de José Mallorquí, creador de El Zorro; de Corín Tellado, Sautier o Enrique Jarnés, artífice de Diego Valor…

Antes de la Guerra, Federico Mediante estaba vinculado al anarquismo, trabajaba como explicador de cine y publicó algún relato corto. Al estallar la contienda, se refugió en Ribadeo donde su hermano fundara el céntrico Café Mediante, que aún regentaba.

Cuando concluye la lucha, regresa a Madrid tras limpiar su historial republicano y anarquista. Y entonces se dedica de lleno, hasta su muerte, a escribir novelas populares.

Entre otras, publicó en Editorial Rollán El rey del hampa, Guerra de gangsters o Espías en la noche, con el seudónimo de Fred Baxter. En Cisne, Sombras siniestras, La señorita detective o Pájaros de cuenta, como Federico Mediante, y El castillo de los cuervos, Nido de hampones o El gran secreto, como H.A. Waytorn. En la Biblioteca Iris, El diablo chino, El gringo o Mares blancos, con su nombre, y Hombres de bronce o Simpático aventurero, con el de su esposa. Y en Argos, varias obras más firmadas con su nombre. Su producción fue muy amplia y abarcó novelas de gauchos -El puñal de Atahualpa, Alma de gaucho, Los bandoleros de la Pampa, etc.-, de vaqueros -El correo de Arizona, El vaquero vagabundo, La ciudad de los cuatreros…-, policíacas -Senderos perdidos, El cazador de hombres…- y de otros géneros populares.

A pesar del éxito alcanzado, Federico Mediante es un gran desconocido. Entre otras cosas, porque, al morir, no participó del boom de Brugera que, en los años 60, dominó el mercado de las novelas de a duro, rebautizadas como “bolsilibros”, que se publicaban cada semana.