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Dos masones de Viveiro al frente de un centro de la institución libre de enseñanza

MARTÍN FERNÁNDEZ

A MARIÑA

VÍCTOR DEL REGUERO

Juan y Ventura eran dos de los cinco hijos de Salustio Víctor Alvarado Somoza, de Sarria y de María del Carmen Albo González, de Viveiro

04 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En el cementerio civil de Villablino (León), en las dos sepulturas de Juan y Ventura Alvarado Albo apenas se distinguen las letras Alfa y Omega y los dos relojes de sol labrados en la tosca piedra junto a sus nombres. Son los símbolos que, para los masones, significan el irremediable flujo del tiempo y la consumación de un ciclo. Pero son también la representación de que es posible invertir ese tiempo y regresar al principio: lo que es tanto como soñar que el pasado se convierte en futuro. En ese pasado, ellos ayudaron a construir un mundo mejor, más fraterno, justo y solidario. Desde la dirección de la Fundación Sierra-Pambley, de Villablino, vinculada a la Institución Libre de Enseñanza (ILE), iluminaron el camino del futuro del sector lácteo y de la elaboración de quesos y mantecas. Fueron pioneros referentes nacionales del sector, formaron generaciones de técnicos y asesoraron a cientos de empresas en todo el país.

Juan y Ventura eran dos de los cinco hijos de Salustio Víctor Alvarado Somoza (1836-1886), de Sarria (Lugo), y de M.ª del Carmen Albo González, de Viveiro, todos ellos nacidos en la ciudad del Landro. Juan, el mayor, nació en 1865 y Ventura, el menor, nueve años después. Juan estudió en el prestigioso colegio de los jesuitas en Camposancos (A Garda) y Ciencias Exactas en la Universidad de Madrid. La muerte de su padre, notario en Viveiro, cuando él tenía 21 años, le obligó a ponerse a trabajar para sostener a su madre y a sus cinco hermanos. Un amigo de la familia, el famoso naturalista Augusto González de Linares -fundador con Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón de la Institución Libre de Enseñanza, defensor de la evolución de las especies, catedrático en Santiago y Valladolid y creador del primer centro español de biología marina- en vista de la precariedad económica de los Alvarado, le proporcionó un empleo como profesor en la Escuela Mercantil y Agrícola de la Fundación Sierra Pambley en 1888.

Una herencia y una Fundación

Esta fundación había sido creada por Francisco Fernández-Blanco Sierra Pambley, conocido como Paco Sierra por sus paisanos leoneses. Era abogado y fue diputado en Cortes. Amigo de los fundadores y del director de la Institución Libre de Enseñanza, Manuel Bartolomé Cossío, destinó todo su patrimonio a la instrucción de sus paisanos tras recibir una importante herencia.

Así creó en 1885 la fundación de Villablino: para formar a los mozos que entonces emigraban a Madrid o América, perfeccionar las técnicas agrícolas y dar relevancia a la agroindustria láctea aprovechando las grandes condiciones de los pastos y la ganadería del norte leonés. La nueva Escuela, con la orientación y la supervisión de Giner, Azcárate y Cossío, se convirtió en un referente del sector lácteo bajo la dirección del joven viveirense.

martinfvizoso@gmail.com