Otros visitantes de la playa ribadense de As Catedrais fueron los primeros en auxiliar ayer a la mujer fallecida
01 abr 2018 . Actualizado a las 11:16 h.«Apartad, apartad», gritaba un joven que ayer a mediodía abandonaba la playa. Sus gritos alarmaron a los turistas que estiraban los minutos para visitar el arenal de As Catedrais antes de que la marea lo engullese. Todas las miradas se centraron en el joven que alertaba a pie de playa, donde una joven vallisoletana, Irene Baladrón, fallecía tras caerle una piedra de una de las cuevas.
La alegría de un día de ocio se tiñó de luto. No faltaron voluntarios que intentaron sin éxito salvarle la vida. La trasladaron como pudieron hasta una zona segura, en la parte de arriba de entrada a la playa, donde intentaron durante bastante tiempo reanimarla. Después, llegó la ambulancia.
«Se hizo lo que se pudo en la reanimación», aseguraban testigos presenciales que criticaban la falta de sanitarios en un lugar de referencia e icono turístico como es As Catedrais. La impotencia se apoderó de los visitantes que presenciaron los hechos: «Una persona nos advirtió que estaban cayendo rocas», aseguraba un joven que arropaba a su pareja, que no podía dejar de llorar. Un mar de lágrimas junto al Cantábrico.
Difícil de predecir lo que iba a ocurrir ayer en el emblemático arenal, donde no dejaban de escucharse quejas por lo resbaladizas que estaban las rocas. Los temporales sacudieron duramente esta playa en los últimos meses, llevándose prácticamente toda la arena de la entrada, lo que estos días dificultó el acceso a la misma.
«É unha traxedia
«É unha traxedia e unha desgraza», repetía ayer el alcalde ribadense, Fernando Suárez. «Aínda que nas inmediacións había uns médicos, que se achegaron alí para reanimala, e tamén con moita celeridade a ambulancia, Garda Civil, Protección Civil, Policía Local, os bombeiros... todos acudiron con dilixencia, pero foi imposible facer nada pola vida desta rapaza. É unha traxedia e unha desgraza», repetía ayer el regidor ribadense, Fernando Suárez.