Dos hermanos de la familia donaron la escuela de la parroquia barreirense
28 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Los Díaz de la Rocha eran una familia hidalga arraigada en Sante (Trabada) y Meirengos (A Devesa). Benito, uno de los once hijos del devesano Santiago Díaz de la Rocha y López, se casó en Reinante (Barreiros) y originó una saga en la que dos hermanos, José y Antonio, emigrantes en Cuba, donaron la escuela de la parroquia y un nieto de Antonio, Rogelio Puente, es uno de los grandes pintores gallegos contemporáneos. La historia familiar muestra que a fines del XIX no emigraba quién quería sino quién tenía medios y poder para hacerlo. Y también que si algo preocupaba a los que marcharon fue la promoción social y cultural de sus descendientes.
Benito, el primer Díaz de la Rocha que se instaló en Santiago de Reinante, fue reconocido Hijodalgo Notorio en 1834 ?según dice Jaime Bugallal en la revista Hidalguía de 1994-, se casó con Juana Pérez García Moreda y falleció en 1870 en la Casona do Penedo. El matrimonio tuvo tres hijos: María, Nicolás y José Benito que se casó, a su vez, con Juana González-Villamil y Debén-Colmenares con la que tuvo seis hijos de los que dos marcharon a Cuba.
Uno de ellos, José Díaz de la Rocha y González-Villamil, fue teniente de Infantería y el otro, Antonio, se casó con Ángeles Rodríguez y Debén-Colmenares y, aunque murió en Madrid en 1913, está enterrado en Reinante. Los dos donaron la primera escuela de la parroquia. Una placa situada en la fachada del edificio escolar que construyó en 1918, en el mismo solar, Hijos de San Miguel y Reinante así lo recuerda: «La sociedad benéfico-cultural Santiago de Reinante en recuerdo a los beneficiarios de esta primera escuela mixta (1885), don José y don Antonio Díaz de la Rocha. Eterna gratitud».
Ferretero y escritor
Antonio y Ángeles tuvieron cinco hijos: Antonio, nacido en Cuba, y José Mª, Benito, Rosa y Juan Antonio, ya de vuelta en Reinante. Antonio (La Habana 1904-1978) regentó en La Habana la Ferretería San Nicolás de la calle Monte 525 y alternó su actividad con la de traductor, según el Anuario Bibliográfico Cubano de 1957. Tradujo del inglés al castellano seis libros: Cristóbal Colón, el cristiano llustre, de Roselly de Lorgues, en 1957; Confraternidad de la doctrina cristiana, de la diócesis de Rochester (Estados Unidos) en 1952; ¿Por qué soy católico?, de James F. Cunningham en 1951; ¿Quién es el Papa?, de M. D. Forrest en 1950; El mañana mágico, de Daniel A. Lord en 1953; y La mujer de azul en un mundo de rojo, de Fulton J. Sheen, en 1955.
De los hijos nacidos en Reinante, José Mª se casó y falleció en Barcelona en 1977; Benito nació y falleció en Reinante (1908-1938); Juan Antonio se casó en Cuba con Ascensión Olivas, tuvo tres hijos y murió en Málaga en 1975; y Rosa, casada con el emigrante estradense en Cuba, Rogelio Puente Matalobos, fue la madre del famoso pintor Rogelio Puente.
Rogelio Puente, referente de la pintura realista contemporánea
Rogelio Puente Díaz de la Rocha nació en La Habana en 1936. La buena posición económica de sus padres le permitió educarse en el colegio La Salle y en otros de Estados Unidos y Canadá. En los años 50, la familia dejó Cuba y se instaló en A Coruña. Él se trasladó a Santiago en 1953 para estudiar Derecho, carrera que concluyó en 1959 aunque nunca ejerció. Su familia paterna ?conocida como «los cubanos» en A Coruña por haber hecho fortuna en la isla- estuvo vinculada al Derecho y a la ORGA: su tío Gerardo Puente Matalobos fue juez de Culleredo y presidente local de ese partido; y su otro tío, abogado, fue edil coruñés.
Al concluir Derecho, realizó estudios de postgrado en Inglaterra y sus padres le pagaron un viaje por Italia, Alemania y Países Escandinavos para que se empapase de los maestros del arte, en vista de su decidida vocación pictórica. A su regreso, Rogelio se instaló en Madrid donde estudió Arquitectura y comenzó a elaborar su propia obra.
En 1975 se instaló en A Coruña, se casó con María Sánchez Vigo y comenzó a perfeccionar lo que sería una exitosa y singular carrera. Su obra, calificada de realismo de ascendencia romántica y evocadora, fue expuesta en medio mundo y le otorgó varios premios y distinciones. En 1984, obtuvo el primer premio en la Bienal de México y, al año siguiente, ya trabajó en exclusiva para la Wally Findlay Gallery, de Nueva York.
Los críticos dijeron de su obra que era «la recuperación del pasado a través del presente»; que «sus perspectivas precisas, de lejanías inabarcables, son dignas de la mejor pintura holandesa del XVII y XVIII. Retrata los objetos, los personaliza y distingue»; que «juega con la luz, en fuertes contrastes tonales, de manera que la realidad entra en sus cuadros y parece que el espectador pudiera transitar por sus ambientes. Jamás la evocación, la nostalgia, se han pintado con tanto atractivo»; y que «como retratista, es un eslabón de la mejor escuela española». El gran pintor, oriundo de Reinante, falleció en A Coruña en 1996.
Un alcalde que combatió a los franceses y una mansión indiana con jardín romántico
Además de la casa de Meirengos, los Díaz de la Rocha tuvieron casa solar en Sante (Trabada) donde uno de sus miembros era alcalde en 1809 cuando los franceses llegaron a Ribadeo desde Mondoñedo tras robar, matar y amenazar a los vecinos de los pueblos por los que pasaban. Melchor Díaz de la Rocha organizó a 300 hombres y mujeres y en su lucha para defender su tierra dieron muerte a 60 franceses en Arante.
En Reinante, la casa a la que fue a vivir el hidalgo notorio Benito Díaz de la Rocha fue la llamada Casona do Penedo. Pero la más adscrita a la familia es la que está situada en la plaza, al borde la carretera nacional, construida por Rogelio Puente Matalobos y Rosa Díaz de la Rocha y Rodríguez, los padres del pintor Rogelio Puente. Hoy pertenece a otro relevante pintor, Isidro Alvariño Martínez.
Se trata de una edificación y finca de 10.000 metros cuadrados en la que hay varios espacios ajardinados en diferentes niveles y comunicados entre sí por pasarelas. Una de las aportaciones que los indianos hicieron a Galicia fueron el gusto ornamental a través del urbanismo, los espacios urbanos o los jardines. El de esta casa cuenta con un gran jardín romántico con una glorieta central de 6 metros de diámetro de donde parten paseos que desembocan en estanques, acuarios, un palomar, un invernadero o zonas de juego para niños. Elementos todos que conforman un gran jardín colonial.
El palomar, de planta octogonal, está protegido y otros elementos son singulares: el mosaico importado de Venecia que pavimenta la entrada, las grandes losas de piedra que cubren el pasillo de la planta baja o la tarima de madera del piso noble.