Envían una carta a la Xunta para que implante una red sismográfica tras detectar 15 incidencias en un mes
12 nov 2021 . Actualizado a las 10:47 h.Científicos asturianos de la Universidad de Oviedo, han registrado 15 seísmos en menos de un mes en la plataforma marina del Cantábrico y alertan sobre la necesidad de medir más los temblores. Enviaron una carta a la Xunta para que implante una red sismográfica.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Oviedo especializados en el estudio de terremotos reclama a la Xunta de Galicia una red de vigilancia sísmica de la que también se beneficiaría Asturias. Según uno de los firmantes de la carta que han remitido al gobierno gallego, el profesor Carlos López Fernández, esa red «tendría aplicaciones prácticas directas, podría salvar vidas» tanto en la comunidad vecina como en el occidente asturiano, la zona más activa sísmicamente. También suscriben la petición Gabriela Fernández Viejo, Sergio Llana Fúnez y Jorge Acevedo Sánchez.
El pasado 29 de octubre registraron un terremoto de magnitud 4,2. Y, ¿qué significa esto, es poco o es mucho? «En esta zona teníamos constancia de dos anteriores, en los años 1962 y 1995, de magnitud parecida», señala. «Es un lugar con mucha actividad que nosotros asociamos a una intersección de fallas, donde es más fácil que ocurran». El seísmo se sintió en Galicia y en el occidente asturiano, ya que fue bastante superficial en términos geológicos, a unos 10 kilómetros de profundidad. Desde entonces hubo más temblores, aunque de más baja magnitud; son frecuentes.
Según López, desde mediados de octubre se han registrado al menos 15 terremotos con origen en la plataforma marina a unos 30 kilómetros al norte de Burela (Lugo). «En ese punto hay un escalón grande, donde la profundidad cae bruscamente hasta los 3.000 ó 4.000 metros bajo el nivel del mar», señala el profesor. «Es lo que llamamos un clúster de terremotos» que no suelen alcanzar tanta magnitud. El máximo histórico del noroeste en tierra, dice Carlos López, ocurrió en 1997, en Becerreá (Lugo), y fue de magnitud 5,1 en la escala Richter. En realidad, fue tan intenso como el de Lorca (Murcia), pero no causó apenas daños.
El suroccidente del Principado es el lugar con mayor actividad, pero los científicos no saben por qué. Tienen alguna teoría sobre su origen en cuanto al cruce de fallas norte-sur con otras este-oeste, pero «sin aparatos de medición, es como tener muchas dioptrías en la vista e intentar mirar algo sin gafas». La red sísmica, dicen, no tendría aplicaciones solo teóricas. En Asturias solo existe un medidor, en Arriondas, y el otro más cercano se sitúa en A Pontenova (Lugo). Otras comunidades como Euskadi tienen ya sus propias redes, independientemente de la nacional. «Hace un año pedimos fondos para un proyecto de investigación al Ministerio para alquilar unos medidores que se colocan en el fondo del mar, pero no nos los dieron por falta de fondos. Y tenemos muchas ganas de saber qué pasa; no sabemos si hay mucho o poco».
El coste de los aparatos, dicen, es bajo. Usarlos tiene sus repercusiones. Por ejemplo, en el año 2002 se promulgó una norma de construcción sismorresistente para edificios (medidas para evitar daños por terremotos). Gracias a las mediciones que alertan de la sismicidad, «en Galicia, pero solo en A Mariña-Lugo y parte de Ourense, desde 2015 es obligatorio, así como en parte del occidente asturiano».