Algunas salvan con largos viajes y esfuerzos la escasez de clubes, otras se retiran
20 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Tras los focos del Pescados Rubén Burela, el mejor club femenino del mundo, se esconde todavía la difícil realidad de quienes no pueden convertir el balón en su herramienta de trabajo. Ser mujer y jugar al fútbol todavía sale muy caro en A Mariña. A los tímidos intentos de la entidad naranja por formar una base, solo se suma el Praias de Barreiros, con un trabajo sobresaliente que le lleva a liderar la Primera Galicia de fútbol sala, y esa escasez de clubes provoca que un notable número de apasionadas se vean abocadas a una retirada precoz o a realizar grandes esfuerzos para seguir jugando.
El Vilalba FS da cobijo a cinco mariñanas: la focense Carla González, la burelense Risiana, la viveirense Nerea González y las cervenses Paula Cortiñas y Xela Bernardo Pernas (Cervo, 1997). Esta última jugaba hasta el inicio de la pandemia en el disuelto filial del Pescados Rubén Burela.
«Botáronnos e o Vilalba foi o único club que me chamou. Eu o que quero é xogar ao fútbol sala, teño a sorte de traballar e pódome permitir viaxar, pero moitas compañeiras, a maioría, deixaron de xogar», explica la joven, que llevaba siete años en el equipo burelense tras iniciarse en el Viveiro FSF: «Sempre me gustou, vía a meu irmán xogar, e cando me enterei de que había un equipo en Viveiro alí fun».
Cada semana realiza tres viajes a la Terra Chá para entrenar, más otro para el partido. Más de 600 kilómetros semanales. «Compartimos coche ao ser varias da Mariña e lévanos uns 50 minutos, se a autovía non está pechada no Fiouco...», explica Xela, agradecida por el esfuerzo para financiar los traslados de su club, que compite en Preferente Galicia y tiene un filial en la categoría inferior.
Ni un equipo de fútbol
Las cosas son aún peores en el fútbol campo, donde, tras los efímeros proyectos del Ribadeo FC y la SD Burela, no hay ni un solo club femenino federado. Precisamente en el cuadro verde militó la ahora portera del CD As Pontes en la liga ferrolana de fútbol-7, Iria Pérez Vale (Viveiro, 2000), que hizo sus primeras paradas en el Viveiro FSF, a los 12 años, y pasó también por la Milagrosa de Lugo.
«Adestramos dous días á semana, pero eu só podo ir os venres máis o día do partido», cuenta la futbolista, que se enfrenta a un viaje de «uns 50 minutos» tras salir del trabajo. «Volvo á casa pasadas as 11, sen cear, e os sábados traballo ás 10 na perruquería», cuenta una mujer que disfruta del balón sin necesidad de compensaciones económicas.
Su posición como guardameta, además, la convierte en una activo muy importante. «Non é fácil atopar porteiras, son a única e se falto tense que poñer algunha xogadora de campo», dice Iria, quien admite haber heredado la pasión futbolera de su padre y lamenta la falta de oportunidades para jugar en Viveiro y sus alrededores: «De todas as rapazas coas que xogaba no Burela, ningunha sigue en activo. Entre o traballo ou os estudos é moi difícil se tes que buscar un equipo lonxe».