Dos hermanos y sus ocho hijos emigraron a Buenos Aires por falta de medios
27 dic 2022 . Actualizado a las 13:01 h.«¡Non temos pan, meus filliños, / nin hai en donde ganalo!. ¡Témonos que ir polo mundo/ temos que ir a buscalo.!/ ¡Miña casiña, meu horto,/ meu caxigo e os meus loureiros,/ párteme a ialma o deixarvos, / pro non teño máis remedio!». Don Manuel Leiras Pulpeiro, médico dos pobres, santo laico, republicano y masón, sabía de lo que hablaba. Dos hermanos y sus ocho hijos -cuatro mujeres y cuatro varones- tuvieron que emigrar a Buenos Aires. Ni había pan, ni dónde ganarlo.
Leiras era hijo de José Francisco Leiras Moreda y Juana de Mon y Cancio, un matrimonio de Lindín que tuvo tres hijos: Antonio (1811), médico en Bretoña (A Pastoriza); Juan Prudencio (1815), presbítero; y Vicente Leiras Mon (1820), médico de Mondoñedo que se casó con Matilde Pulpeiro García, hija de Francisco Pulpeiro, de Vilaselán (Ribadeo), y de Antonia García, de Ferrol. Este matrimonio tuvo cinco hijos: Manuel Leiras Pulpeiro (1854); Leocadio, que trabajó en un banco en la Argentina, tuvo hacienda en Misiones y se casó con la holandesa Adela Von Vertels; Félix Ramón, administrador de consumos en Mondoñedo, vigía de semáforos en Bares, teniente de navío desde 1919 y recopilador de los escritos de su hermano, publicados en 1998, sobre Costumes de Galiza; Xosé, soltero, en Buenos Aires; y Juana, casada con Pedro Michelena Basanta.
Dos hijos sin estar casado
Don Manuel estudió en el Seminario hasta los 14 años, hizo el bachiller en Tapia de Casariego y se graduó como médico en 1877 en Madrid. Al año siguiente ya ejercía en Mondoñedo y once más tarde, con 34 años, se casó por lo civil con Ma Antonia Andía Villar cuando ya tenía dos hijos con ella, Alfredo y Juliano Vicente. El impacto en la levítica Mondoñedo fue enorme pues ella era más joven, hija de jornaleros -no era de “su clase”- y habían vivido seis años juntos sin estar casados. Los curas -a los que llamaba “cregaxe” y culpaba del atraso de Galicia- lo amenazaban con la excomunión y el infierno. Leiras era anticlerical porque comprobaba cada día en sus visitas rurales el contraste entre lo que decían y lo que hacían. Pero era creyente.
Según Lence, lo demuestra su obra, su testamento y que «non mandou ningún fillo a América sin confesarse e comulgar na igrexa dos Remedios». Vivió para su familia, los humildes, la medicina y la poesía. Y en un tiempo en que muchos médicos se enriquecían cobrando «en especie» -tierras, montes...- él atendía gratis a quién no tenía y ayudaba a cuanto mendigo iba a pedir a su casa. Murió a los 58 años, sin pensión ni patrimonio, y tras su muerte, su mujer, Ma Antonia, y sus ocho hijos -Alfredo, Juliano Vicente, César, Magdalena, Matilde, Manuel, Carmen y Josefina- tuvieron que emigrar a Argentina por falta de medios. Los tres primeros ya se fueran antes, reclamados por su tío Leocadio que tenía buena posición económica.
Una familia con ramificaciones en Ribadeo, Foz y Viveiro
Leiras Pulpeiro fue un gran impulsor de la lengua gallega, el gran poeta civil y costumbrista de Galicia y un apasionado cantor de A Mariña. Era un devoto del mar -al contrario que Noriega, defensor de la montaña-, de las ribeiras y de la playa de Areoura: «Daime onda o mar unha cova/ daime minchiñas e lapas/ e douvos todo, todiño/ canto se da na Montaña». Pasaba largas temporadas en Cangas (Foz), en el Pazo de Vilachá, propiedad de su hermana Juana. La edificación -hoy protegida por Patrimonio- aglutinó a su familia dispersa por Ribadeo, Viveiro, Cangas y Alfoz.
El pazo, de finales del XVII, perteneció a la familia Almoina y en su escudo recoge los símbolos de las familias Cao Cordido (un león atado a un árbol), Moscoso (la cabeza de un lobo), Neira (una torre) y Barreiro (una barra horizontal). En 1850, su propietaria era Carolina Leiras que lo dividió en dos: una parte, para José María Canel, de Alfoz; y la otra, para Juana Leiras Pulpeiro, hermana del poeta, casada con Pedro Michelena Baamonde, concejal de Mondoñedo y capitán de Infantería, cuando tenía 19 años y él, 21. Pedro murió en 1894 y dejó tres hijos muy jóvenes: Celso, oficial de Correos en Mondoñedo; Carmen, que se casó con Antonio Canel, hijo de José María, y vivió en una parte del pazo; y Néstor, que fue médico en Viveiro, se casó con Beatriz Rebellón Basanta (hija de Cándido Rebellón y Pardo y de Carmen Basanta), de Viveiro, que residió en la otra mitad.
En este pazo murió en 1906, ciega, a los 78 años, Matilde Pulpeiro García, madre de Leiras Pulpeiro que vivía con su hija Juana. Y en él pasaba largos períodos el médico y poeta mindoniense.
Una hija maestra y otra, la primera mujer del cuerpo de Aduanas
De los tres hijos de Leiras que primero emigraron, el de mayor proyección fue Alfredo a quién su tío Leocadio empleó en el Banco de Galicia y Buenos Aires. El hermano de Leiras trabajó en ese mismo banco en el que gozaba de gran reputación por su seriedad y rigor. Tras casarse con Adela Von Vertels, de origen holandés, administró una hacienda familiar en Misiones lo que le posibilitó disponer de una sólida posición económica y poder ayudar a la familia numerosa de su hermano médico en Mondoñedo. En la capital de Misiones, la hermosa ciudad de Posadas -próxima a las Cataratas de Iguazú-, el juez citó a sus herederos el 12 de julio de 1956 para repartir sus bienes.
Alfredo Leiras, el hijo del poeta, vivía en 1903 en General Villegas, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, cercana a la Pampa. Desde allí se adhirió a la famosa romería que los mindonienses celebraron en Palermo para conseguir material para el Hospital de San Pablo y celebrar la fiesta de los Remedios. Luego se trasladó a la capital donde fue directivo del Centro Gallego y en la que en 1930 era revisador de cuentas -junto a José Villar Fernández y Francisco Díaz Portas- de Mondoñedo y sus Distritos que, entonces, presidía Valentín González. Él y sus tres hermanos -Juliano Vicente, César y el pequeño Manuel- se radicaron definitivamente en la capital argentina.
Su madre, Ma Antonia, y sus cuatro hermanas permanecieron solo dos años en Buenos Aires, de 1912 a 1914, para regresar e instalarse en Madrid con el fin de cumplir la voluntad de Leiras Pulpeiro que siempre quiso que sus hijas estudiaran y obtuviesen una buena formación. Y así sucedió: Magdalena estudió Magisterio y Josefina fue la primera mujer que ingresó en el Cuerpo de Aduanas con solo 17 años. Fue destinada a A Coruña, ciudad en donde fallecería su madre
Leiras Pulpeiro gozó de alta estima y gran consideración entre los emigrantes gallegos de Buenos Aires que -como se relatará el próximo domingo- recaudaron dinero para erigir un busto suyo y un mausoleo en Mondoñedo, para celebrar un homenaje popular en su honor en 1921, para editar una revista y publicar sus obras completas en 1930.
martinfvizoso@gmail.com