El pizzero ambulante con un horno de leña portátil que agota existencias en todas las ferias
A MARIÑA
Afincado en la aldea tinetense de Mañores, el gallego César Otero elabora la base con harina de su tierra natal y el resto con productos de Tineo y de su propia huerta
11 nov 2023 . Actualizado a las 20:01 h.Hace cuatro años, César Otero llegó de Noia (A Coruña) a Tineo a estudiar un ciclo formativo de gestión forestal. Entonces no podía saber que su vida acabaría ligada a una pequeña aldea tinetense, Mañores, donde ahora reside, y a la gastronomía. Porque casi sin darse cuenta acabó convirtiéndose en pizzero ambulante. En uno de los buenos. Su negocio, «Pizzas do país», triunfa allá donde va. En casi todas las ferias a las que acude con su horno de leña acaba agotando existencias.
Todo empezó sin intención. Siempre le gustó mucho Asturias y la idea de recalar en Tineo le había atraído desde el principio. El caso es que, buscando un sitio en el que afincarse, llevaba en su furgoneta una cama y una cocina. En la cocina, había una sartén de hierro. En la localidad gallega de donde procede, Noia, hay una tradición especial con las masas. La empanada es su producto estrella, y con ella van otras elaboraciones como las pizzas o el pan casero. «A mí siempre me gustó hacerlo, fui cogiendo la costumbre y fue gustándome de manera muy natural», explica.
Tenía la costumbre de prepararse el pan a diario. Hacía la masa por la noche, la dejaba fermentar y al día siguiente lo hacía en la sartén de hierro. Del pan derivó a la pizza. Como vivía solo, y para no encender el horno eléctrico, hacía las pizzas a la sartén. «A los amigos siempre les gustaron mucho, y me dijeron que empezara a venderlas».
Los tomó por la palabra y empezó a llevar la sartén a los mercados. El punto de partida fue el Festival del Esfoyón y Amagosto, en Navelgas, hace ahora dos años. «Entonces, estaba muy limitado. Yo ya iba con mi propio cartel de Pizzas do país, y aunque fuera muy precario, ya me lo creía. Triunfaron desde el primer día», relata. De hecho, más de lo que esperaba.
Ese mismo invierno se dedicó a practicar y desarrollar el producto, a pillarle el punto a la masa. «Me volví más friki de la masa de la pizza, y ahora me doy cuenta de que, aunque lo del principio estaba rico, era otro tipo de masa completamente distinto». No tardó en darse cuenta de que la sartén le quedaba muy limitada, porque la buena de cocción es al horno. La siguiente temporada, adquirió hornos de gas especiales para pizza y empezó a probar. Volvió a tener un éxito rotundo.
Hasta entonces, compaginaba el negocio de las pizzas con otro trabajo. Para la temporada actual, decidió dar el paso, dejar lo que estaba haciendo y lanzarse a hacer pizzas en exclusiva. Y tomó una buena decisión: colocar un horno de leña en un remolque y viajar con él a las ferias. Desde ese momento, con el valor que le ha añadido el nuevo horno, ha tenido una aceptación extraordinaria. Casi siempre agota existencias, y muchas veces hasta le protestan cuando ya no puede ofrecer más.
¿Y cuál es el secreto de su éxito? El mimo y la dedicación. Y la calidad del producto, que está muy pegado a la tierra. «Siempre tuve la cultura de comer lo de casa», asegura. Lo de «Pizzas do país» no es porque suena bien, es por algo. Todos los ingredientes que llevan sus pizzas son de Asturias y Galicia, los dos territorios que habita. La harina viene de Galicia. Un fabricante le garantiza que está cultivada allí. El resto, casi todo se lo proporciona Tineo: «Aquí hay buen embutido y queserías pequeñas que tienen un queso muy bueno». Y tanto las hortalizas —cebolla, ajo, pimiento— como las plantas aromáticas —orégano, albahaca— son de su propia huerta. Lo único que no planta es el tomate para la salsa. Se lo compra a un productor de Piloña.
Tiene una carta pequeña. La pizza que más triunfa es la «Caralluda», que lleva salsa de tomate, queso de Tineo semicurado de vaca con lacón cocido, también de Tineo, y al salir del horno se adereza con aceite de oliva y pimentón. Es una forma de unir sus dos territorios: un plato muy común en Galicia hecho con buen producto asturiano.
Por otra parte, en su entorno triunfa la pizza «Ruggieri». Ese es el mote que le pusieron hace tiempo a un vecino de la zona con el que trabajó César y al que le une una gran amistad. Un día, Ruggieri le sugirió que hiciese una pizza de picadillo. Él decidió hacerla de chorizo porque logísticamente es menos complicado, pero la paternidad de la idea ha quedado en el nombre. Además del chorizo —local, por supuesto— lleva tomate, queso, cebolla y aceitunas. En Tineo triunfa siempre.
Las otras pizzas que ofrece son la cuatro quesos —todos asturianos—, la «Afogada», con rúcula y queso de Afuega’l pitu, y la «Mañores», en homenaje al pueblo que lo ha acogido. En este último caso, el nombre tiene todo el sentido del mundo: es una pizza vegetal de temporada, con las hortalizas que da su propia huerta en cada momento del año.
En Tineo y su entorno, la pizzería es reconocida y solicitada. Y en Navidad, aprovechando las vacaciones con su familia en Noia, suele organizar también varias noches pizzeras que tienen un éxito tremendo. Solo cesa su actividad los meses de enero y febrero, que le sirven para reflexionar sobre su modo de hacer las cosas y mejorar los materiales.
Su fama se está extendiendo. Ha recorrido Asturias de extremo a extremo, participa en eventos gallegos «por cercanía y cariño», y se ha asomado también a fiestas en El Bierzo. Navelgas, la localidad donde tuvo su primera oportunidad, ya lo considera parte inseparable de sus muchas fiestas. Allí, su horno de leña se ha convertido en uno de los imprescindibles.
César Otero ha sabido conquistar el paladar y el corazón de Asturias gracias al mimo con el que hace sus pizzas y a su vocación de hacer un producto con las raíces bien echadas en la tierra que habita.