Los estudios para hacerse médico siempre fueron largos y costosos. En mi caso siete años con selectivo y cuatro interno en el Hospital Clínico Universitario San Carlos de la Complutense madrileña. A pesar de ese sueño confesado por todos los médicos a modo de pesadilla -nos queda alguna asignatura por aprobar- fueron los mejores momentos de nuestras vidas. Los mariñanos, con la nostalgia de vivir lejos de la mar en la meseta y en una ciudad agobiante que nada tenía que ver con nuestros puertos.
Se lo contaba hace unos días a varios compañeros de singladura hospitalaria. Los Hospitales Comarcales son el gran acierto del Sistema Nacional de Salud. Empresas que vigilan el derecho asistencial de los usuarios-ciudadanos, pero también empresas públicas con empleo de calidad y salarios estables, unido a la riqueza que directa e indirectamente movilizan en el territorio-comarca. Hay que cuidarlos tanto o más que a cualquier industria.
En Jarrio dónde ejercí la Dirección del Comarcal en el Occidente Astur puse en marcha dos proyectos que funcionaron. No permitía, mediante negociación personal y directa en Oviedo con el SESPA contratos por menos de un año. Todos los años me ponían en contacto con los residentes de últimos cursos para la especialidad MIR en Madrid, pero nacidos en la Comarca y les ofertaba terminar la residencia en Jarrio.
Su cariño por su tierra unido a las posibilidades de practicar más que en hospitales grandes les decidía para aceptar la oferta. Pedía los permisos oportunos a las comisiones docentes de los grandes hospitales madrileños y me la daban. Así lograba enrolarlos en la tripulación de mi querido Centro Comarcal.
Pero había algo más. Las direcciones de atención primaria, hospitalaria y servicios sociales, estábamos juntos en Jarrio, y tratábamos la asistencia primaria como puerta principal para una asistencia sanitaria integrada e integral. Añado la gestión compartidas desde Jarrio para los Centros socio-sanitarios, dónde se aplicaban los mismos protocolos y guías del Hospital. Y un debate que ganamos siempre. Hicimos ver a los gestores del SESPA que era más eficiente desplazar a determinados especialistas con plaza en el Hospital San Agustín de Avilés a Jarrio, que los pacientes del occidente a dicha población y Centro asistencial.
No se trata sólo de examinar y seleccionar a los mejores médicos en las pruebas MIR. No se trata sólo de incrementar el número de plazas a oferta para tal prueba. Se trata de tener un plan específico para cubrir las necesidades del sistema que si queremos sea cómodo, eficiente y racional, debe descentralizar la ocupación de plazas MIR en los grandes Centros, pero para ello es necesario cambiar el pensamiento. Si queremos un Sistema Nacional de Salud equilibrado y sin plétoras que provocan listas de espera es imprescindible dar prioridad absoluta al entorno de los grandes hospitales, es decir, a la actuación coordinada de los Centros de Salud con los Hospitales Comarcales.
Por fin. Los MIR que se examinan deberían tener la misma información que usamos en FITUR. Vivir en La Mariña es vivir en un paraíso natural con extraordinaria calidad de vida. Tan importante como trabajar es disfrutar del hogar territorial, que muchas veces queda solapado por ese maldito y equivocada afán de vivir en el asfalto.
* Pablo Mosquera, médico.