El reencuentro más emotivo: «Mis tres hijos tienen a su madre viva gracias a él»

María Cuadrado Fernández
MARÍA CUADRADO VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

Silvia González e Iván Carreira se reencontraron el miércoles en Viveiro
Silvia González e Iván Carreira se reencontraron el miércoles en Viveiro XAIME F. RAMALLAL

Iván Carreira, rescatador del helicóptero Pesca 2, salvó de morir atragantada a Silvia González cuando ella estaba en un bar de Viveiro: «Reconforta ayudar a la gente»

16 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La vida nos da, y también nos quita. Nos brinda episodios brillantes que invitan a creer en el ser humano y en su bondad, momentos como el conmovedor e inolvidable reencuentro entre una mujer y el desconocido que la salvó de morir atragantada.

El azar quiso que Iván Carreira Arias, rescatador del helicóptero Pesca 2, atravesara a pie la noche del viernes 7 por una de las calles del casco histórico de Viveiro en el mismo momento en que la alfocense Silvia González Burgos sufría un atragantamiento en uno de los locales hosteleros. Ella disfrutaba tranquilamente de un vino y hablaba con su esposo cuando segundos después de ingerir un trozo de pan sintió que se atragantaba y que, de repente, no podía respirar. Le hizo un gesto a su compañero en busca de auxilio: «Aunque me intentó ayudar varias veces, yo continuaba sin poder respirar».

A escasos metros pasaba por la calle Iván, que regresaba a casa con su esposa, sus hijas y una amiga tras una tarde de paseo. «En eso que mi esposa, mirando hacia el interior del bar, me dice ‘esa chica parece que se está ahogando'. Yo desde la calle no sabía si se trataba de una broma o no», explica.

Sin dudarlo entró en el bar, tranquilamente se acercó a la pareja, comprobó que el esposo intentaba sin éxito auxiliarla «y le pregunté a ella si me dejaba ayudarle, a lo que movió afirmativamente la cabeza». Le practicó la maniobra de Heimlich y, tras cuatro o cinco repeticiones, «al poco rato se liberó la vía aérea y ya respiraba bien», puntualiza Iván, que mientras relata estos detalles Silvia lo observa muy emocionada, con lágrimas en los ojos y asegurando que tiene algunas lagunas de aquel episodio, quizás por el estrés y la tensión vividas.

Días después

Aunque tuvieron ocasión de hablar por teléfono hace unos días, este miércoles se reencontraron personalmente en Viveiro. «Me transmitió una serenidad increíble. Era paz, tranquilidad. Su voz se ha quedado en mi ADN como el olor de mis hijos», reconocía estremecida Silvia.

Por su dilatada experiencia profesional enfrentándose a situaciones extremas y complicadas, él sabe de la relevancia que representa el ser diligente y estar formado para actuar ante estos casos de emergencia. Apunta que antes de intervenir, Silvia ya estaba «un poco morada», pero tras la maniobra se fue recuperando poco a poco: «Me quedé un ratito con ella y verificamos que había expulsado el cuerpo extraño. Nos sentamos y estuvimos hablando tres o cuatro minutos. Ya cuando ella hablaba y respiraba bien, me fui, no sin antes sugerirle que acudiera a un centro de salud a una revisión porque la maniobra es bastante agresiva y por si pudiera tener algún tipo de lesión». Con la discreción con la que se prestó a ayudar, se marchó del local.

Una costilla rota no es nada. Lo afirma ella. El triunfo de seguir viva es el mayor regalo que Iván le ha hecho a Silvia. «Lo normal es que nos ayudemos unos a otros», apunta él, mientras ella no tiene más que palabras de agradecimiento y asegura que, antes de que llegara Iván, toda su vida se le pasó por delante en varios segundos.

Pensamientos

No podía dejar de pensar en sus hijos y por un momento consideró que debía tranquilizarse porque ya todo se había acabado: «Creo que mi mente me estaba preparando para lo peor. Pensé, ‘Silvia, en dos os tres minutos esto se va a acabar'». Pero no. Llegó Iván, y ella se dejó guiar: «Confió y se portó muy bien». «Él me hablaba y me transmitía seguridad, tranquilidad. Recuerdo haberle agarrado fuerte del antebrazo y pensar ‘por Dios, que no se separe de mi'», rememora emocionada.

«Todos debiéramos tener nociones de primeros auxilios e iniciar formación a edades tempranas»

Días después, todo está bien. Ella le transmite un agradecimiento infinito y él se siente reconfortado. No lo ve como algo heroico, sino como una obligación ciudadana. «Reconforta ayudar a la gente. Es la sensación de haber hecho una buena acción, una sensación de bienestar», explica Iván, que asegura que ya ha ayudado a cuatro niños y a seis adultos en situaciones similares.

«Agradecimiento absoluto no, lo siguiente. Mis tres hijos tienen a su madre viva gracias a él. En estos momentos te das cuenta, como dice Iván, que somos como copitas de cristal, muy frágiles», reconoce Silvia, que confiesa que «si a algo le tenía miedo previamente era a morir así».

El mal trago ha tenido un final feliz, pero invita a reflexionar sobre una carencia y a reivindicar formación en técnicas de primeros auxilios y de pautas generales de intervención para toda la población. Para Iván, profesional de las emergencias, lo básico sería que, ante un suceso, el primer interviniente supiera taponar hemorragias, realizar la maniobra de Heimlich, saber usar un desfibrilador o practicar una reanimación cardiopulmonar (RCP).

La urgencia requiere intervenir con rapidez, ya que hay situaciones en las que un par de minutos pueden determinar o no un final trágico, e incluso lesiones. Carreira considera que lo idóneo sería que se iniciara esa formación a edades tempranas, ya en la etapa de educación infantil, pudiera ser en las asignaturas del centro, y que esta formación fuese continua. Silvia coincide en la necesidad de formar en primeros auxilios ya desde niños. Entiende la limitación de los recursos y la importancia de actuar con rapidez y conocimiento.