La factoría, del siglo XIX y situada en plena playa, ardió en el 1921 y se deteriora poco a poco
18 ago 2024 . Actualizado a las 16:46 h.Como la leyenda supera muchas veces la realidad y como la sociedad suele valorar menos el patrimonio industrial que el cultural, a la antigua fábrica de salazón de Cubelas, situada en un saliente rocoso de la playa, todavía se la conoce en San Cibrao como «el castillo». Las ruinas de la factoría, del siglo XIX, forman parte desde hace décadas del paisaje de este arenal sancibrense y pocos visitantes se resisten a la foto de rigor. Vecinos denuncian sin embargo que los restos están en constante deterioro y convocaron para el próximo martes, a las ocho de la tarde, una concentración para reivindicar que se proteja este bien.
Sobre este almacén para la salazón de sardina no abunda la información. A partir de contactar con una descendiente de los constructores y primeros propietarios de las instalaciones —procedentes del distrito de Leiría, en Portugal—, la Asociación Galega do Patrimonio Industrial (Buxa) pudo concretar que se conservan los restos de una edificación de planta romboidal, con un frontal de 20 metros que mira a tierra y en el que se encontraba la entrada principal. En el interior se conservan los píos, recipientes de piedra para la salazón. Un muro mira en dirección sur-este, de 15 metros de largo, y otro al oeste-suroeste, con un tamaño similar. Fueron construidos en perpiaños de granito y posiblemente la techumbre del edificio fuese a dos aguas.
Según la ficha elaborada por Buxa, las técnicas de salazón habrían evolucionado con el tiempo y a finales de su actividad el pescado procedente de las embarcaciones se metía, una vez lavado, en píos llenos de salmuera, donde se dejaban durante una o dos semanas. La mano de obra era principalmente femenina, con personal masculino en las tareas de supervisión y control. En el 1921, un incendio destruyó parte de las instalaciones fabriles y frustró la actividad, y posteriormente la propiedad fue vendida.
Desde Buxa señalan al respecto que «fábricas coma esta, que polo seu deterioro están en certo modo descontextualizadas, é difícil que accedan a certas figuras de protección habituais para o patrimonio», apuntan.
«Pouco a pouco están a quedar catro pedras e isto é parte da historia da vila», lamenta uno de los impulsores de la protesta, Vicente Vázquez, que fue patrón mayor de la localidad. «Presumimos de pobo mariñeiro pero hai que protexer as cousas que así nos definen», argumenta. Expone que con los temporales del pasado invierno y también a causa de la acción humana, «a factoría deteriorouse moito. Só permanecen intactos o que serían os píos nos que se salgaba o peixe, pero as paredes están caendo, e estamos a quedarnos sen nada», expone. Señala que la zona «é absolutamente privilexiada, todo un emblema noso».
El historiador José María Leal Bóveda, estudioso de las fábricas de salazón del Cantábrico, resaltó en conferencias ofrecidas en el Museo do Mar la valía del bien patrimonial que supone la antigua factoría de Cubelas.
Los restos de otra salazonera, la del paseo marítimo de Lieiro, han sido restaurados en San Cibrao. Costas concibió como fin de la restauración la creación de un auditorio, aunque con el paso de los años se han barajado distintas opciones, sin cuajar por el momento ninguna de ellas, por su falta de uso.
El terreno sobre el que se asientan las ruinas de Cubelas, de unos 500 metros cuadrados, está catalogado en el Catastro como suelo urbano. La alcaldesa de Cervo, Dolores García Caramés, asegura que hay una titularidad privada vigente, pese a casi un siglo de inactividad, y que el Concello inició «hace meses» contactos con la familia. «Son varios herederos y alguno de ellos está en el extranjero, por lo que no es fácil. Quedaron en hablar conmigo pero no tenemos respuesta por ahora», señala.
La regidora admite ser consciente del progresivo deterioro de los restos de la fábrica, pero hace hincapié en que «es por el momento una propiedad privada». La intención del ejecutivo municipal es adquirir estos terrenos y poner lo que queda de la factoría en valor, con los permisos correspondientes en este caso, precisa, de Costas y de la Autoridad Portuaria. «La factoría de salazón está incluida en el plan para poner en valor el pasado marinero de la localidad iniciado con el derribo del edificio de A Atalaia», añade.