Herido grave por una carabela portuguesa: «Llegué a 260 pulsaciones, casi no lo cuento»

Lucía Rey
Lucía Rey O VICEDO / LA VOZ

A MARIÑA

Pepa Losada

El viveirense Roberto Pérez Míguez, de 42 años, fue envuelto por una falsa medusa mientras nadaba mar adentro en la playa de Abrela: «Pensé que era un alga»

29 ago 2024 . Actualizado a las 16:55 h.

Roberto Pérez Míguez lleva mucho tiempo nadando y conoce bien las aguas del Cantábrico, pero nunca había imaginado el peligro que corrió el pasado viernes, cuando fue picado por una carabela portuguesa mientras nadaba mar adentro en la playa de Abrela, en O Vicedo. Este es uno de los municipios mariñanos que en las últimas semanas está registrando la continua llegada de una especie marina que, hasta hace un par de veranos, no era habitual encontrar en esta zona del litoral. «Cuando me envolvió, pensé que era una alga, pero llegué a tener 260 pulsaciones por minuto y casi no lo cuento», explicó con alivio este jueves este viveirense, vecino de Celeiro de 42 años, que está acostumbrado a cubrir distancias largas en el mar. El sábado por la tarde, su objetivo era A Gaveira, un islote situado en la desembocadura de la ría de Viveiro, cerca de O Fuciño do Porco, y emplazado a unos 1.500 metros de la orilla de un arenal que, pese a ser distinguido con la bandera azul de la Adeac por la calidad de sus aguas y sus servicios, en este 2024 no cuenta con personal de salvamento debido a la escasez de socorristas

Llevaba unos 40 minutos nadando cuando sintió los tentáculos de la falsa medusa alrededor del tórax, los brazos y una pierna. Pudo desprenderse de ellos con agilidad y pensó que podría seguir nadando con normalidad, pero no fue así. «Me cogió los brazos, quise nadar y ya no pude. Si no tengo el flotador que llevaba alrededor del pecho y la boya, me iba a ver muy apurado», comenta Roberto, que emprendió la vuelta a la orilla con el único movimiento del pie izquierdo y agarrado a la boya de color amarillo que de un tiempo a esta parte usa habitualmente. «La playa estaba llena de gente y yo gritaba todo lo que podía pidiendo auxilio, pero nadie me escuchaba. Fue muy angustioso», prosigue.

Roberto Pérez Míguez, vecino de Viveiro de 42 años, mostrando las marcas que le dejó en los brazos la carabela portuguesa que lo envolvió mientras nadaba mar adentro en la playa de Abrela
Roberto Pérez Míguez, vecino de Viveiro de 42 años, mostrando las marcas que le dejó en los brazos la carabela portuguesa que lo envolvió mientras nadaba mar adentro en la playa de Abrela Pepa Losada

Desconoce el tiempo exacto que le llevó llegar a la orilla, pero calcula que rondó los 40 minutos. «Me ayudaron a salir del agua un hombre y una mujer que estaban en el agua, me vieron en apuros cuando estaba llegando y me empujaron. Y luego, en la arena, me atendió una mujer que debía ser médica y a la que quiero dar las gracias desde aquí porque no se separó de mi lado hasta que llegó la ambulancia, ayudándome a controlar la respiración», relata.

La ambulancia lo trasladó primero al PAC de Viveiro con una fortísima taquicardia y de inmediato al Hospital Público da Mariña, en Burela, donde le inyectaron cortisona. Fue en ese momento donde empezó a encontrarse un poco mejor. La combinación de paños calientes y fríos también le proporcionó cierto alivio. Cinco días más tarde continúa medicándose con antibiótico, cortisona y una pomada. Indica que se encuentra bien, sin más síntomas que las marcas que cubren su cuerpo como si fueran tatuajes o hubiese recibido decenas de latigazos. «El cuerpo te arde, te pica, te empieza a hinchar y a temblar. El corazón se te sale del pecho, y encima yo ya soy nervioso. Si te pica, lo básico es intentar controlar la respiración hasta que llegue la ayuda, pero 'dille ó mar que estea quieto'. Es fácil decirlo y difícil hacerlo. Habrá que tener más cuidado», finaliza.