Espiral de violencia

A MARIÑA

Matias Chiofalo | EUROPAPRESS

05 oct 2024 . Actualizado a las 21:17 h.

René Girard fue uno de los pensadores franceses con más impacto de finales del siglo XX. Y lo que afirmó al final de su vida en relación con el incremento de la violencia no ha sido por desgracia desmentido mediante los hechos.

Pensaba que la espiral de los encontronazos iría en aumento, sin posibilidad alguna de que el ser humano la paliara. Me tocó vivir una larga y cruenta etapa de violencia en esa Euskadi que ahora está siendo objeto de análisis literario y cinematográfico. Allí aprendí el concepto de ESPIRAL DE LA VIOLENCIA, lo hice leyendo la obra de Juan Linz. O la obra Lecturas de la violencia vasca, de Rafael Sánchez Ferlosio. Puedo añadir múltiples autores e investigadores sobre tal.

Pero lo más importante es que yo estaba allí siendo sujeto y objeto de tal violencia, por eso tengo reconocida por S.M. El Rey la condición de miembro de la Real Orden de Reconocimiento Civil como víctima del terrorismo. Puedo por tanto y debo así, opinar sobre la presencia de la violencia. Como lo hacía en la Mesa de Ajuria Enea y en numerosos foros tanto para identificarla como para terminar con tal lacra subcultural.

Es cierto y resulta inquietante por lo que tiene de fracaso en la metodología para prevenir y erradicar la violencia de género. Pero no nos hagamos trampas en el solitario. Vivimos una etapa histórica cargada de violencias.

Desde esas guerras más o menos publicitadas «regionales», hasta los episodios bochornosos de la violencia en nuestras ciudades entre pandilleros. Y me voy a referir a la espiral. ¿Insultar es violencia? Tuve que presenciar una reunión de gentes con escaso conocimiento algo más que genérico dónde se vino a pontificar "si los políticos se insultan en los Parlamentos es que el insulto no debe ser violencia". Era el mismo foro del que salió una persona que me dijo: «ojalá vuelva ETA». Y así, casi con indiferencia en poco tiempo, somos miembros de una sociedad que contempla ese bochornoso ejemplo para que en un campo de futbol se practique la violencia y algún bien pagado lo llegue a justificar mediante la técnica del ventilador.Pero hay más en esa espiral que comienza con el insulto y puede llegar hasta el guantazo. La reacción del insultado. La formación de bandos que ventilan a su manera la ofensa. El pobre ejemplo que dan los padres a sus hijos en un deporte cuando tales adultos insultan al árbitro o increpan al jugador de su familia para que se tome la justicia por la mano o el pie. La incalificable conducta de quien preside una reunión y no sólo no la controla, es que resulta ser la primera persona que insulta. O el Organismo Público que recibe una serie de reclamaciones por conducto legal y quien ha sido señalado/a contesta a tales con esos manidos insultos de MACHISTA Y DESPOTA. Y el Organismo se lo consiente, es más cómodo que se arreglen entre ellos/as.

Parece que nos hemos acostumbrado. Que como sucedió en aquel País de los Vascos, hay una violencia de baja intensidad. Ya sabemos a dónde conduce tal sordina. Y algo fundamental. El insulto es la puerta para la agresión verbal o física si el insultado se revuelve contra el que le ofende.

Ante este penoso estado partitocrático e institucional deberían tomarse medidas sin complejos precisamente para evitar males mayores. No se puede tolerar que las personas que trabajan de cara al público hagan uso de insultos en su gestión de grupos.

* Pablo Mosquera. Ex parlamentario vasco.