Mondoñedo y la Santa Compaña

A MARIÑA

Pepa Losada

18 oct 2024 . Actualizado a las 11:39 h.

Nuestra Valibria es inmortal aunque a veces esté dormida. Sus calles sonuna sinfonía de recios edificios o templos que recuerdan su capitalidad hasta 1833. Sus elegantes chimeneas o esos patios de entrada a casas fuertes muestran un patrimonio histórico y artístico. Sigue siendo la sede episcopal de la Diócesis Britoniense Dumiense. Un tratado de leyendas. Un reflejo para la luna llena de estos días por octubre en plenas Ferias de San Lucas.

Siempre que voy a mi capital - pues no me siento Lugués y si Mindoniense- curso visita al hermoso cementerio viejo para acudir a las tumbas de Leiras Pulpeiro, Maestro Veiga, Lence Santar, Pallarego y especialmente para leerle un poema de Antón Noriega Varela a la humilde morada de Álvaro Cunqueiro.

Es el Camelot del Reino de la Lluvia. La Santa Compaña de Merlín y familia. El descanso de Simbad. El espectáculo, solo para almas sensibles, de esas hojas ocres que se desprenden en la Alameda de los Remedios, y bajando por la calle del Obispo Sarmiento, a la altura del peto de Animas, frente a la dulcería Val de Brea, por el sonido de la Ronda y la Paula se transforman en finas láminas de oro, que llegan hasta la Catedral de la Asunción y se bañan en A Fonte Vella.

Del majestuoso edificio Santa Catalina al barrio de Os Muiños. Mirada a ese puente dónde el Obispo Fadrique de Guzmán hizo lo imposible para evitar llegara a tiempo el salvo conducto real que indultara al Mariscal y a su hijo, para convertir su sangre en semilla de otra leyenda. Esa que, entre otros si, comentamos en la Taberna O Valeco.

Estos días y desde hace siglos, feriantes multirraciales y habitantes de parroquias o lugares de nuestra Galicia Cantábrica nos daremos cita y saludo. Será hermoso ver cabalgar los nobles brutos hasta su descanso en las proximidades del espacio que contiene el Plateresco del antiguo hospital para peregrinos, los palcos escenarios de orquestas cuyo sonido se controla con mando a distancia, y desde luego el aposento para ese pulpo cuyo olor por unos días le ganará la partida al del incienso.

Oferta de artesanos. Madera, mimbres, herramientas agrícolas, ropas y viejos vinilos. Pero también pan, castañas, dulces galaicos, y por encima de todo rindo culto a esa Reina Ginebra de las empanadas -Maíz y xouba- para terminar con un buen aguardiente dónde mojar un pedazo de la tarta cuya fisonomía es recuerdo para el rosetón de la Catedral con el cabello de ángel napolitano.

Como todos los octubres se ha roto el silencio. Puede que hasta amigos en el pasado seminaristas recuerden sus paseos con el breviario. Puede que hasta me dé un fraternal abrazo con ex alumnos de Don Francisco. Puede que me sorprenda con la alegría del encuentro con Carlos Nuevo, Sito Otero Regal, Vicente Míguez, Chis Canoura, Eugenio Linares, Lino Rico, Jose Louzao, Marucho, Paco Grela... Me consta que sienten lo mismo que yo. Recordar a los ausentes como nuestro inolvidable Arcadio Mon. Alegrarnos de ejercer nuestra ciudadanía Mindoniense, o emocionarnos al escuchar las gaitas interpretar la Marcha del Antiguo Reino.