Decenas de tripulantes de la costa lucense, Ortegal y el Occidente de Asturias figuran en las expediciones A Coruña-Mozambique-La Habana entre los años 1815 y 1820
24 oct 2024 . Actualizado a las 18:58 h.En el último tercio del siglo XVIII, al habitual comercio con ultramar, que comenzó a afianzarse en Vigo a costa de A Coruña, se sumaron dos actividades lucrativas para los armadores, pero también para los capitanes, oficiales o marineros. Una de ellas fue el corso, la campaña marítima contra las vías comerciales enemigas, en este caso las inglesas. La otra, la trata de esclavos. En ambas participaron numerosos mariñanos, por mucho que la historiografía haya considerado tradicionalmente Ortegal, A Mariña y el Occidente de Asturias como lejano, geográfica y socialmente, en relación con los grandes puertos de Galicia. Nada de eso, señala el historiador José María Leal Bóveda, que el viernes ofrecerá una charla relativa a este tema en el Museo Marítimo de Asturias, en Luanco.
Si los corsarios mariñanos tuvieron su capítulo, el número de participantes en la trata de esclavos merece otro. «Para recuperarse do colapso do tráfico colonial, A Coruña enviou barcos con homes comprados a Mozambique, con destino La Habana, onde estaba o epicentro da recepción de africanos e o seu mercado, se falamos de América Latina. Alí se xestou todo, porque as plantacións de azucre e café funcionaban alí», expone el historiador, que repasó los protocolos de compañía para encontrar su rastro.
Leal distingue entre la venta de esclavos a particulares, que ya se daba por parte de los portugueses que viajaban a la costa lucense a por madera, y la trata, que implica una estructura. «O historiador José Antonio Piqueras relaciona os nomes da aristocracia e a burguesía comercial, financieira e política actual co pasado da escravitude», señala Leal.
La primera «expedición negreira galega» a África está datada en el 1803, cuando el Penque Minerva compró 317 esclavos en Mozambique —34 murieron en la travesía— y llega a Montevideo. Pero el punto de inflexión histórico ocurre en 1807, cuando Inglaterra decreta la abolición de la trata. Entre 1815 y 1820, con la abolición en España, hubo una edad dorada para el esclavismo y el espacio lo ocuparon navieras españolas, con protagonismo para A Coruña: 77 expediciones en ese período.
Y si armadores y capitanes mariñanos fueron protagonistas en el corso contra los ingleses, en el caso de la trata de esclavos africanos «a participación activa foi nas escalas intermedias e baixas das tripulacións, en postos como mariñeiros ou paxes», indica.
En 1816, en el San Juan figuraban enrolados Francisco Pérez de Presna, de Figueres-Castropol, y el castropolense Vicente Brior Granda, que tenían una retribución de seis pesos fuertes mensuales. En el bergantín San Francisco, en una empresa que costó 108.000 reales, embarcó un segundo piloto de Castropol, Benito Méndez, así como dos mozos mariñanos, Juan Martínez y Francisco Fernández, y en una segunda expedición figuran también Bernardo González, Francisco Santamarina, Pablo García, José González y José López, que cobraban 18 pesos mensuales, y Antonio Suárez y José Álvarez, que cobraban 16, todos del occidente de Asturias.
Entre la tripulación de la corbeta Herculina figuran Salvador García de Vior (Castropol), Juan Díaz (Figueres) o Miguel Asola (Viveiro). En el bergantín La Hermosa Rita iba el ribadense Domingo Fernández. En el Alexandro se anotan Tomás Suárez y Francisco Casariego, ambos de Ribadeo, y de Domingo Menéndez, de Castropol.
La vida de los tripulantes no era tan abominable como la de los esclavos, pero tenía su dureza. Dormían sobre cubierta para dejar sitio a la «mercancía» —cuanta más mejor—. La tensión era constante y los armadores arbitraron una gama de primas económicas para evitar maltrato a los africanos. Pero conforme se avanzaba hacia el 1820 fue desapareciendo, paradójicamente, la prohibición del trato carnal con la esclavas.