Aquellas fiestas con la Variedades, los Píndaros, la sala del Cariñés o el salón Miramar

A MARIÑA

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06 ene 2025 . Actualizado a las 11:06 h.

Mi generación vive entre dos siglos. Complicado adaptarse. La velocidad en los cambios de las costumbres ha sido de vértigo. Si tengo que situar el núcleo de tal variación, me quedo con esa ocupación que han hecho los Concellos dónde prácticamente alguna concejalía asume cómo, dónde y cuándo, se celebran las fiestas populares. Ello unido a cómo las onomásticas tradicionales han dado paso a festivales o celebraciones en torno a figuras propias del mito. Las romerías por devoción a un santuario han dado paso a grandes concentraciones de gentes disfrazadas o seguidoras imparables de espectáculos dónde luz y sonidos suplen al directo musical y ello con unas presupuestos que asustan a los veteranos mayordomos de aquellas voluntariosos comisiones de vecinos. Las Navidades tenían una fecha muy especial. El día primero del nuevo año. Grandes bailes dónde los caballeros iban de traje y corbata, para seducir a unas damas que lucían elegantes vestidos encargados en las modistas para tal ocasión.

Confieso una y mil veces que aprendí a bailar en aquellos salones. Que las mozas concedían el baile en función de la fama como bailarín que soportaba la pareja de muchachos solicitantes. Pero hay tres recuerdos imborrables. La gran Orquesta Variedades de Viveiro, dónde Tito, Cardís, Marucho y Oscar, junto a la voz del mejor vocalista y gran amigo, Carolino, constituían la columna vertebral de las fiestas en salones y casinos.

Muy cerca. Aquel grupo de artistas. Los Píndaros. Cinco hermanos Bermúdez -randas- capaces de lo imposible, con la voz del Sinatra en la Mariña, mi gran amigo Cesar. Unos y otros en aquel mágico casino en el malecón de A Vila, con la terraza que poniendo a la ría por testigo guardó el secreto de tantas conversaciones de amor.

La sala del Cariñés en San Juan de Covas, dónde la presencia de Los Tamara puso música y poemas a toda mi generación. La irrepetible mágica voz de Pucho Boedo, el mejor rapsoda para la obra de Curros, Rosalía y Celso Emilio. ¡Lo siento, pero ya no se fabrican grupos así!.

Guardo la lista de quienes en los años sesenta se encargaban de organizar, pedir permisos y gestionar esos bailes que junto a los cines fueron santo y seña de el ocio, alegría y buenos momentos intergeneracionales. En el salón Miramar pedían los permisos al Gobernador Civil de Lugo: Paulino Díaz, Jesús Bermúdez; Marcelino Díaz, Constantino Soto; Pepe do Lugar. José Montenegro Fraga para Rúa: Alberto Pillado Martínez para el San Ciprián, Eladio Ramos Saavedra para Trasvar; Rafael Blas Basanta, Ricardo Otero Mon; Antonio Murados Fernández. . para Cervo, Manuel Paz Abad, Ramón Farré Pico, para Burela; Antonio Martínez Villarmea, Cándido Frá Franco, para Santa Isabel en Lieiro, Eladio Bermúdez Vázquez, Guillermo Enriques Arnau, para La Senra; Prudencio Riz Fernández; Antonio Mouronte Louzao para Sargadelos; Ramón Ron López; María Eugenia Correa González. El Carmen de San Ciprián. José Lima Aguiar para San Cipriano. Guillermo Rodríguez Louzao, para Castelo. Ramón Leal López para Vilaestrofe.

Nos quedan los recuerdos que siempre reaparecen en alguna tertulia nostálgica por las cantinas del Casco Histórico de mi querido Viveiro. Eso y la defensa al estilo Alatriste del pequeño comercio que como dijeron alguna vez es la sonrisa de tu ciudad.