¿Demasiados bares?

A MARIÑA

MARTA REGUERA

09 ene 2025 . Actualizado a las 12:35 h.

Quiero comenzar por reivindicar al pequeño comercio como pulso vital de nuestras hermosas calles y plazas. Digo comercio-tienda. No he dicho bares. Y lo afirmo pues no tienen la misma protección las tiendas que la hostelería. Mientras las primeras luchan por sobre vivir frente a las grandes superficies y el comercio online, así como la presión fiscal de los autónomos, los segundos ocupan sus inmuebles y un buen día colocaron terrazas en vía pública aprovechando la pandemia y disfrutan en muchos casos de horarios especiales. Todo bien hasta que alguien con autoridad les coloca una carpa con botiquín a modo de competencia que se parece a esos mercadillos que venden más barato lo que a las tiendas les resulta caro.

Es sabido que cuando determinadas personas no tienen oficio o han perdido su empleo, la primera ocurrencia suele ser montar un bar, y así es la actividad económica más frecuente en relación a la población censada en los Ayuntamientos. Reconozco que trabajar en la hostelería es duro.

Pero, ¿hay alguna actividad que no sea ser trabajador en la plantilla de un ayuntamiento que no sea dura? Y aquí viene el nudo gordiano. No hay marineros, ni carpinteros, ni electricistas, ni albañiles, ni camioneros, ni fontaneros...Pero para ser tabernero sigue valiendo cualquiera, o por lo menos los que llegan de otras comunidades -hasta mineras ya sin minas- que así se lo han creído.

Soy de una generación devota de las calles sitas en el Casco Histórico de Viveiro. De los barriles-Peloski. Del Asador de Enrique. Del Clandestino. Del Urban. De Los Leones. De las tascas en la Pescadería. Como en su día lo éramos del Serra. Y desde luego del Almacén en Cervo. No puedo por menos comparar en el puerto de San Ciprián lo que disfrutamos antes con lo que hoy existe. Marcelino Díaz. Pastor. Cándido Rey. Pallares. Pedregal de Cándida y Tomás. La Cosecha de Manuel y Teresa. Damián. Ceferino. Noso Lar y Paulino. Estos dos son lo que quedan.

El último- Las Titas, antes Paulino- está avisando que regresa a Ponferrada. Por cierto, le corrijo. Tantos años en San Ciprián y al igual que alguna dama no sabe que el centro histórico del Puerto que fue de las Reales Fábricas de Sargadelos, no es Los Campos, está y estuvo en El Lugar. Hay cambios en el tiempo. ¡De acuerdo! Uno de ellos es la convivencia entre los decibelios que salen del bar-pizzería-hamburguesería y el derecho al descanso de los vecinos que residen en La Plaza de los Campos.

Otro es la galleguidad del producto que se ofertaba antes en barra y mesas, o la propia personalidad mariñana de los taberneros, auténticos sénecas y la bocatería de hoy dónde antaño había tapas propias del mar. Los gallegos agradecemos y disfrutamos con una tertulia entre amigos delante de una taza de vino del país con una tapa de producto propio de esa inmensa despensa que es la mar. Solemos acudir siempre a los mismos establecimientos. Suele crearse una muy agradable complicidad entre hostelero y cliente, ya sea al medio día o al atardecer, es casi un rito muy norteño. Tiene un sabor especial en el muelle de Celeiro, los domingos, con aquellos admirados patrones que nos enseñan tantas singladuras, mientras: Rancho Chico, Rolindes, Celeiriño y antes Puntal, nos atienden a estilo mariñano. A estas familias trabajadoras nunca les oí quejarse. Son una parte importante de nuestra cultura costumbrista.