Sara González, ingeniera química mindoniense que investiga sobre economía circular: «De media, un tercio de lo que compramos en el supermercado va a acabar en la basura»
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A MARIÑA
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Recibió esta semana un accésit de la Real Academia Galega de Ciencias y tanto Reuters como la Universidad de Stanford la han incluído en listados de expertos «top» a nivel mundial
26 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El pasado miércoles, la mariñana Sara González (Mondoñedo, 1982) recibía un áccesit de la Real Academia Galega de Ciencias y la Universidad Intercontinental de la Empresa, dentro de una distinción a siete investigadoras gallegas. Un acto en el que el rector de la UIE, Miguel Ángel Escotet, manifestaba su «optimismo» en relación con la investigación en Galicia y especialmente por la ciencia en femenino. «Parece que algo comeza a xirar nesta segunda década do século XXI», señaló, al presentarse 63 candidaturas, de las cuáles 24 eran hombres y 39 mujeres. González es profesora de Ingenieria Química en la Universidad de Santiago de Compostela e investigadora del Centro de Investigación Interdisciplinar en Tecnoloxías Alimentarias (Cretus). Sus líneas de trabajo son: economía circular, huella ambiental, la sostenibilidad, diseño de biorrefinerías, entre otras. En 2016 fue elegida por la Real Academia Española de Ingeniería como la mejor ingeniera química joven en España (Medalla Agustín de Betancourt), la Universidad de Stanford la incluyó en el 2% de la élite científica mundial y, a mayores, aparece en el puesto número 677 de The Reuters Hot List, la lista de Reuters de los mil científicos «top» o influyentes a nivel mundial en cambio climático, siendo ella la única mujer investigadora de la USC que aparece en dicho ránking.
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_Empecemos por su área principal de trabajo, la economía circular. ¿Cómo la presentaría a la ciudadanía de forma simple y comprensible?
_En modo simple, hasta ahora vivíamos en una sociedad en la que nuestro modo de consumo era de tipo lineal: necesitamos algo, se produce, lo compramos y si no nos gusta o no le encontramos un uso lo descartamos, lo tiramos. Economía circular quiere decir que hay que darle una segunda vida a lo que consumimos, no podemos seguir comprando y desechando cuando no nos gusta algo o cuando ya pensamos que no tiene un uso. Todo puede tener un uso. Con la economía circular se pretende llegar al residuo cero, intentando que aquellos subprodutos que descartábamos puedan tener otra vida, o que en su composición haya compuestos que puedan ser útiles para producir otras cousas. Tenemos que pensar en una economía de desechar lo mínimo posible e intentar aprovechar al máximo los produtos que necesitamos o consumimos.
_De alguna manera, nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos ya practican la «economía circular». Antes no se tiraba nada, o prácticamente nada. Una frase mítica es «o que garda sempre ten».
_Con la economía circular también volvemos a nuestro pasado, porque nuestros abuelos y bisabuelos intentaban aprovechar al máximo todo lo que tenían. Una de mis líneas de trabajo es la producción de alimentos y lo que consumimos. Es decir, nuestro patrón alimentario. De media, un tercio de los alimentos que se producen se desechan. Es decir, un tercio de lo que compramos en el supermercado va a acabar en la basura. A lo mejor muchos de nosotros decimos que no y que en nuestra casa lo consumimos todo, pero quizás en la del vecino no ocurre. Esta es una media. También hay que pensar cuánta gente en el mundo está pasando hambre. Cuando fue el covid, recuerdo que íbamos al supermercado los viernes por la mañana, a comprar para toda la semana, comprar sin pensar incluso porque ibas a estar una semana sin salir de casa... El caso del papel higiénico, ahí está. Pensando en alimentos, ¿cuánta de esa comida acabó en la basura? De hecho, en pandemia la huella de carbono o kilos de CO2 equivalentes de nuestro patrón de consumo se vio aumentada. ¿Por qué? En parte, por este consumo desmesurado, pensando en si se acababan los productos.
«En pandemia la huella de carbono o kilos de CO2 equivalentes de nuestro patrón de consumo se vio aumentada»
_¿Qué ejemplos prácticos podrían darse de reutilización de residuos?
_Ahora nos estamos dando cuenta de que muchos de estos desperdicios alimentarios tienen valor. Por ejemplo, las mondas de los cítricos o de la patata, o las podas de los viñedos y restos de uva, son residuos orgánicos que tienen componentes que pueden ser utilizados en la industria farmacéutica y cosmética. Los neumáticos se pueden utilizar como materia prima para hacer asfalto y otro tipo de productos. Son ejemplos de economía circular, dando vida a unos residuos que hasta ahora, en el mejor de los casos, se llevaban a compostaje. Pero ya podemos plantear productos de biorrefinerías, línea en la que yo trabajo, y producir productos que tienen valor añadido, valor en el mercado, que generan un rendimiento económico y al mismo tiempo evitan que dependamos tanto del petróleo (tenemos el caso de Ecoalf, cuyas prendas de ropa están hechas a partir de residuos plásticos y es un ejemplo de economía circular).
_¿No contrastaría ese modelo con el actual sistema consumista y especialmente en un momento en el que, por ejemplo, Donald Trump ha anunciado que buscará más petróleo en Estados Unidos?
_Lo que tenemos que hacer es concienciar a la sociedad, pero también se necesita es formar e informar a la sociedad. Tenemos que informar a los consumidores de que si seguimos dependiendo tanto del petróleo, tarde o temprano este se va a acabar, se va a acabar un recurso que es una materia prima fósil y que, por otro lado, genera emisiones de gases de efecto invernadero así como otro tipo de contaminantes que tienen consecuencias en el medioambiente. Lo estamos sufriendo y lo vamos a sufrir. Las danas que se están produciendo, los incendios, etc... Todo esto es consecuencia del cambio climático, este es consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero y este es consecuencia de nuestro patrón de consumo. La política de Trump en Estados Unidos es ir para atrás, por los asesores con los que se rodea. Salió fuera de la Organización Mundial de la Salud. La sociedad de hoy en día es más consciente de los problemas a los que nos estamos enfrentando a causa del cambio climático y de nuestro modelo de consumo.
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«Me gustaría poder ser un ejemplo para las jóvenes que quieran ser ingenieras en el futuro»
_¿Qué le diría a una niña o a una joven que quiera ser investigadora como usted en el futuro?
_Hoy en día hay que tener en cuenta que tanto para los niños como para las niñas hay mucha más formación acerca de las carreras y su futuro. Me acuerdo que cuando acabé el instituto, no venían de la universidad a explicar las salidas de cada carrera. Se me daban bien las matemáticas, la física y la química, pero hice ingeniería química porque mi hermana melliza se iba a estudiar Medicina en Santiago, así que pensé que como la única ingeniería que había allí era química decidí estudiarla, pero sin saber muy bien a qué me iba a dedicar. ¿Qué pasa? Las ingenierías son enseñanzas técnicas y siempre han estado ligadas al mundo masculino. El 28% del estudiantando, aún ahora, son mujeres. Hay ingenierías que pueden tener un porcentaje más alto de mujeres pero la media es esa. Hace años se pensaba que las mujeres no podían ser buenas en las carreras técnicas. Era así. Con lo cuál, muchas mujeres no elegían esas carreras y... ¿adónde se iban? A letras o enseñanzas por ejemplo relacionadas con la salud. Una niña que quiera hacer una ingeniería tiene que saber que no hay diferencia en ese aspecto entre hombres y mujeres y que ahora las mujeres podemos llegar a lo más alto en cualquiera de las ramas, también científicas y técnicas que quiera elegir. Me gustaría que me pudieran ver como un ejemplo, como una mujer que en Galicia, A Mariña, Mondoñedo, hizo una ingeniería y que llegó a conseguir cosas siendo mujer. El año pasado estuve en el colegio de Mondoñedo por el Día de la Mujer en la Ciencia y para mí sería un orgullo que un día viniera una de esas alumnas y me dijera 'Sara, yo estudié esto porque te escuché hablar cuando viniste, y me gustó mucho'. Me gustaría poder ser un ejemplo para las jóvenes que quieran ser ingenieras.
«El 28% del estudiantando de carreras científicas, aún ahora, son mujeres»
_¿Qué supuso para usted pertenecer al 2% de la élite científica a nivel mundial, según Stanford?
_Es un orgullo porque quiere decir que hay personas que leen la investigación que realizas y que están interesadas en el trabajo que haces. Digamos que es un trabajo puntero y que hoy en día estás investigando o trabajando una línea de investigación que interesa a la sociedad. Hace años estuve en otro ránking, de cambio climático, de Reuters, que recoge los mil investigadores más influyentes, a nivel mundial. Estoy en ese top, en la posición 677, después Gumersindo Feijoo (en el 804). Somos los únicos de la Universidade de Santiago de Compostela en dicha lista.
«Siempre digo que la científica es una carrera muy dura, porque hay muy poca financiación, no sabes si el trabajo te lo van a publicar o no»
_¿Cómo es la carrera científica por dentro?
_Siempre digo que la científica es una carrera muy dura, porque hay muy poca financiación, no sabes si el trabajo te lo van a publicar o no. Aún yendo de revista en revista puede que te venga rechazado y que tengas que volver a trabajar sobre el. Es un oficio que no entiende, además, de 'vacaciones'. Quiero decir que tienes que aprovechar todos los momentos, no te puedes parar, no puedes decidir no hacer nada en los cuatro meses de permiso de maternidad porque si te dan un artículo para revisar y no lo revisas en tres semanas, al final no haces el trabajo. Y las convocatorias siguen saliendo igual. Es una entrega total que por un lado tiene sus inconvenientes, porque la ciencia no tiene 'vacaciones'. Tienes pero también hay que estar pendiente del correo, por ejemplo. También tiene sus ventajas, pues si tu trabajo científico lo utilizan otras personas como referencia o un estudiante cuando termina la carrera te pide que hagas con él la tesis o el trabajo fin de máster, es un orgullo y ves que sirve para algo.