Se vende camposanto

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

BURELA

PEPA LOSADA

30 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los cementerios son lugares sagrados, huertos de cruces como los denominó el poeta extremeño Alfonso Albalá. Son una de las referencias incuestionables de la cultura judeocristiana. Puede haber terrenos privados que especulen con la venta de nichos, sepulturas o panteones, pero en ningún caso con la venta total y colectiva del último reposo y del camino de entrada que abre la puerta la eternidad. A los cementerios se acude a visitar a nuestros seres queridos que se han ido al otro lado del río de la vida, a contarles confidencias, e incluso a pedirles consejo.

Al parecer, los propietarios del solar donde se asienta el cementerio de Burela han dado un ultimátum al concello para que compre y municipalice el camposanto de A Puída. Y el concello ha respondido que los técnicos municipales están valorando si la cantidad que piden los propietarios del lugar «se corresponde coa realidade». Así, entre urgencias e hipotésis jurídicas han puesto en el viento que se cuela entre las tumbas, el cartel oprobioso de «se vende». El capitalismo primario no conoce límites ni medidas. Vender un camposanto es poner en almoneda al censo civil de quien ocupa tumbas y sepulturas, y aunque todo es negociable resulta sorprendente leer este tipo de noticia en las paginas de este diario.

A nadie se le ocurriría poner en venta pública el cementerio parisino de Pere Lachaise, el habanero de Colón o el porteño de la Chacarita. Sería imposible sacar en oferta el pequeño e íntimo cementerio ginebrino donde descansan para siempre Borges o Calvino. Y si aplicamos la lógica más maximalista, los camposantos son, en última instancia, de quienes descansan en ellos. Son los legítimos propietarios o usufructuarios temporales de los nichos que ocupan, son nuestros muertos, señores de la paz y del silencio.

Ninguna razón, por más argumentos jurídicos que se articulen, justifica la venta de un cementerio público.Otra cosa es la explotación privada de instalaciones funerarias y la cultura selectiva de muertos de primera o de segunda. El «se vende» colgado virtualmente en el cementerio de Burela es mucho más que una anécdota más o menos jocosa. Trasciende a categoría.