El asesino admitió todos los hechos en la comparecencia de ayer
17 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Con mucho secretismo y sin presencia de medios de comunicación se celebraba ayer en la Audiencia Provincial de Lugo la comparecencia de conformidad por el doble asesinato de Cervo. José Ángel Cuadrado Fernández era trasladado desde la prisión de Bonxe para asistir, admitiendo íntegramente los hechos que le imputaba la Fiscalía y las consecuencias que tuvieron sus actos y que le enumeró la magistrada.
Reconoció que el 13 de enero del 2014, hacia las ocho de la mañana, se levantó de su cama, en su casa de Rio Cobo (Cervo), y se dirigió a la de su suegra, que habitaba en un alpendre próximo a la vivienda principal, y aprovechándose de que aquella dormía, la golpeó en la cabeza con un trozo de madera de 130 centímetros de largo y 7,5 de ancho, matándola. Seguidamente, el acusado regresó a su casa y esperó que su mujer, M. J. S. L., de 44 años de edad, saliera de la ducha y se arreglara para irse a trabajar. Cuando esta entró en el salón para coger el bolso, asió el palo que había sacado del garaje y había escondido en la cocina, golpeándola en la cabeza, lo que provocó que la esposa cayera al suelo inconsciente. Se dirigió luego a la cocina a coger un cuchillo y la remató.
El acusado aceptó 17 años de prisión por cada uno de los dos asesinatos (34 en total) y pagar una indemnización de 250.000 euros (175.000 por el asesinato de la madre y 75.000 por el de la esposa) al hijo y a la vez hermano de las víctimas. Además, no podrá acercarse a la familia y a su domicilio de Río Cobo durante 54 años (27 por delito).
Son las penas que habían negociado previamente con la Fiscalía la representante legal del acusado, Adriana Santos, y el representante legal de la familia de las víctimas. Valle Rey. Tras dichas negociaciones, se mantenían los años de prisión que había planteado la Fiscalía en su escrito de apertura de juicio oral, pero aumentaba la cuantía de la indemnización propuesta por la Fiscalía (pedía 172.552 euros en total, 124.621 por la muerte de la suegra y 47.931 por la de la mujer), llegando la cifra a la cuantía que solicitaba la familia de las víctimas.
El asesino había admitido desde un primer momento ser el autor del doble crimen, alegando en su día que había actuado por amor, para evitarle a su esposa el sufrimiento que le estaban ocasionando la difícil situación económica familiar. Llegó a declarar entonces que a su suegra la quería como a la madre que había perdido pocos años antes. También insistió entonces en que su idea era suicidarse, pero que no reunió el valor para hacerlo durante el periplo que hizo por la comarca antes de ser detenido.
A algunas de las personas que asistieron a sus declaraciones iniciales les había sorprendido la entereza que mostró después del doble asesinato, incluso en su aseo personal. Cabe recordar el impecable aspecto con el que acudió a declarar al juzgado, perfectamente conjuntado, igual que ayer.
Nadie del entorno del matrimonio comprendía lo ocurrido. Al asesino lo definían como una persona callada y reservada, pero a la vez tranquilo, sereno y correcto y para los que los trataban, la relación que mantenía el asesino con su esposa era calificada casi de modélica.
En las pruebas que se le hicieron a raíz de lo sucedido, no extrajeron en ningún momento la conclusión de que sufriera ningún trastorno psicológico ni psiquiátrico.
Ayer, el caso se zanjó por conformidad y sin presencia de medios de comunicación en la sala. La comparecencia de conformidad se había convocado, al parecer, el viernes pasado, fijándose para ayer lunes, el mismo día que se había establecido realizar el sorteo del jurado que, en principio, iba a ser quien se ocupara de juzgar este doble crimen.
El asesino vive con normalidad en la prisión de Bonxe, donde lleva ingresado desde unos días después de cometer el crimen, contando el tiempo para salir a la calle.