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Eliseo Martínez donó a Foz 1.223 fincas para un colegio

MARTÍN FERNÁNDEZ

FOZ

Actividades celebradas en los últimos años en el colegio Martínez Otero de Foz
Actividades celebradas en los últimos años en el colegio Martínez Otero de Foz Archivo M. Fdez

El abogado, exalcalde y exdiputado falleció en 1924 a los 82 años

04 nov 2023 . Actualizado a las 12:43 h.

En diciembre de 1924, el maestro de Foz, Manuel M. Pérez, informaba en «Vida Gallega», una revista de la emigración, de la muerte a los 82 años de Eliseo Martínez Pillado, abogado, exalcalde de Foz y exdiputado provincial. Decía que «Galicia aumentó su relación de benefactores» y lo comparaba con Eusebio da Guarda, Figueroa y Amboage, García Barbón, Pedro Murias o los Moreno Ulloa. Su fortuna se calculaba en más de 20 millones de pesetas y el profesor estaba seguro de que «Foz sabrá agradecer su desinterés y en mármoles y bronces hará imperecedera su memoria para que las futuras generaciones tengan un ejemplo que imitar». Eliseo Martínez había donado a Foz 1.223 fincas para construir un asilo y un colegio de 1º y 2º enseñanza.

Según diversos documentos civiles y eclesiásticos, el filántropo era uno de los dos hijos de Francisco Martínez del Río y Dolores Pillado Ramos. Había nacido en 1842 y tenía 5 años -su hermano Ladislao, dos- cuando su madre murió de parto el 12 de mayo de 1848, a los 37 años de edad. El cirujano Ángel Leitón y Blas Basanta le hicieron la cesárea y le extrajeron un niño vivo que «se bautizó con el bautismo en necesidad y a los pocos minutos murió». Bajo la austera protección de su padre, Eliseo estudió Bachiller Civil y Canónico en Santiago y Derecho en la Universidad Central de Madrid.

Su mujer, Pilar Otero Pillado, era prima suya e hija de Antonio y Concepción. Cuando murió, el 15 de marzo de 1925 -tres meses después que su marido, con el que no tuvo descendencia- cumplió lo dispuesto por él y legó toda su fortuna «para establecer dos fundaciones benéficas: un asilo de ancianos desamparados y un colegio de niños pobres regido por religiosos». El acta, firmada por el párroco de Foz, José Louro, dice que «para su alma dejó 2.000 misas y dinero para repartir entre los necesitados». Fue enterrada -como su esposo- en Barreiros pero «tanto sus restos como los de su marido serán trasladados a la capilla del asilo una vez que este funcione».

Eliseo Martínez nombró a su esposa heredera universal. Pero el testamento fue recurrido por sus familiares en un pleito que no se resolvió hasta después de la Guerra Civil, en 1940. Dos años después, el 24 de noviembre de 1942, en la notaría de Melchor Egerique, en Mondoñedo, tuvo lugar la entrega de donación del Colegio Martínez Otero, otorgada por los albaceas de Pilar Otero -Ricardo Amor Méndez, canónigo de Mondoñedo, Atilano Novo Sampedro, cura de Foz, y Eladio Candia Río, médico de Fazouro- a favor del director del centro, el Hermano Daniel -en la vida civil Jorge Elorriaga Uribe- apoderado de Teófilo Aparicio, religioso, visitador provincial de la Congregación de Hermanos de la Instrucción Cristiana y vecino de Nanclares de Oca (Álava). El número de fincas inventariadas donadas era de 1.223, con un valor total de 1.225.893,87 pesetas.

Un pleito con una cuñada que duró 11 años y dos obras de gran impacto

Cuatro años después de morir Pilar Otero, en 1929, su cuñada, Carmen Rovira Estadas, y su hija, Ángeles Otero Rovira, recurrieron la validez del testamento otorgado por Eliseo Martínez en favor de su esposa. Alegaban que ella estaba incapacitada mentalmente y aportaban como prueba un informe del famoso doctor compostelano Miguel Gil Casares. Pero su argumento fue rebatido por un documento notarial en el que su médico de cabecera, Eladio Candia; el doctor Manuel Reimunde Basanta; y el propio notario, Melchor Egerique, certificaban la plena lucidez mental de Pilar Otero cuando compareció para ratificar en su legado que respetaba la voluntad de su marido.

El recurso se inició el 16 de abril de 1929 con un acto de conciliación -presentado en el juzgado focense por el abogado madrileño Arteaga Contreras- que remató sin avenencia y que fue seguido «con inusitada concurrencia e interés». El pleito llegó al Supremo que el 25 de marzo de 1940 falló «no haber lugar a los recursos de casación por infracción de ley interpuestos por Carmen Rovira Estadas, Faustino Alonso Álvarez y Ángeles Otero Rovira», a los que impuso las costas.

Condiciones

La primera de las condiciones testamentarias -un asilo- se inició en mayo de 1927 con la concesión del permiso de obra por parte del Concello de Foz a los albaceas de Pilar Otero. Se presentaron ocho contratistas al concurso y fue elegido -según el profesor Antón Niñe- el portugués Antonio Mera para ejecutar el proyecto diseñado por el arquitecto Roberto Lage Baamonde. La obra costó 375.000 pesetas y terminó en 1931 si bien no se inauguró hasta dos años después. La otra condición -un colegio religioso de niños pobres- adoptó en 1936 el carácter de fundación benéfico-docente y en 1942 los Hermanos Menesianos de la Instrucción Cristiana se hicieron cargo de la dirección del centro.

Las dos mandas de Eliseo Martínez y Pilar Otero tuvieron gran impacto y trascendencia social y cultural para Foz. El asilo acogió en torno al millar de ancianos y el colegio formó a unos 5.000 alumnos.

Salgado Toimil propuso que Asorey perpetuase la imagen de un hombre controvertido e hijo predilecto

Eliseo Martínez fue un personaje controvertido no solo por su destacada posición social y económica sino por sus actitudes personales y políticas que, a veces, fueron despóticas y tiranas. Era conservador y tradicionalista y tenía un agudizado sentimiento religioso. Cuando falleció, la polémica no cesó. Y mientras unos le dieron la espalda, otros siguieron la estela del maestro Manuel M. Pérez y pidieron para él los más altos honores.

Uno de ellos fue el maestro de Fondós, Ramón Salgado Toimil, que propuso el 10 de enero de 1925 en «La Voz de Mondoñedo», que el escultor cambadés Francisco Asorey, entonces en la cima del éxito, «perpetúe la imagen de la pareja y, de ese modo, a la gratitud del pueblo se juntaría la artística ofrenda de las divinas manos del más genial artista de la raza, para honra de Foz y glorificación del gran filántropo». Asorey fue el autor de alguno de los monumentos más relevantes de personajes gallegos como los de Joaquín Loriga y Aller Ulloa, en Lalín; Curros, en A Coruña; o García Barbón, en Vigo, así como esculturas icónicas de Galicia como su Naiciña o A Santa.

El filántropo focense y su esposa fueron nombrados, en cambio, Hijos Predilectos de Foz el 19 de junio de 1934 por la Corporación Municipal entonces presidida por Cándido Eijo. En el acuerdo se manifestaba que «legaron su importante patrimonio para la construcción y sostenimiento en esta villa de un asilo de ancianos y un colegio graduado para niños, autorizando al alcalde para que de forma adecuada perpetúe en lápidas o bustos, o en el salón de sesiones, tan merecido título».