Con lágrimas de emoción y unos culines de sidra, Aguirre y Ceferino Martínez celebraron ayer a primera hora de la mañana su llegada a Nordskapp
11 jun 2022 . Actualizado a las 21:29 h.Con lágrimas de emoción y un culín de sidra, Jorge Aguirre y Ceferino Martínez celebraron ayer a primera hora de la mañana su llegada al Cabo Norte, en Nordkapp (Noruega). Casi 6.000 kilómetros y 13 días después de salir de Lourenzá, a bordo de un Dyane 6 («La Cirila») y una Vespa 200, los aventureros cumplieron su reto de alcanzar uno de los lugares establecidos a nivel mundial como límite para separar los océanos Atlántico y Ártico.
Tuvieron que madrugar -llegaron al monumento del «fin del mundo», con su réplica del globo terráqueo, a las 7.15 horas- para poder fotografiarse en ese lugar tan especial con sus dos compañeros de viaje: un coche de 1977 -aunque equipado con con cama, placa solar, fregadero y preparado para hacer de comer- y una motocicleta clásica.
Aguirre, de 70 años y natural de Ortiguera-Navia (Asturias), cumple el reto de llegar a Nordkapp por cuarta vez. Para el gijonés Martínez ha sido la primera.
«Siempre es muy emotivo el haberlo conseguido», resalta Aguirre. «Cefe está emocionado porque es su primera vez y además le ha echado muchísimo valor: yo voy sentado, caliente, tomando café con el termo... Pero él se lo ha currado: los vientos pelan, con rachas fortísimas, y hay cuatro cinco o seis grados hasta que llega el mediodía. Él tiene un mérito mayor», sostiene el viajero.
La aventura contó con el apoyo del Concello de Lourenzá y con el club laurentino Vespa Faba & Clásicos. «Nos bebimos un culín en memoria de los amigos y el equipo de seguimento que nos ha permitido ir desde A Mariña hasta Noruega», explica Aguirre.
El coche y la moto clásicos respondieron a la perfección pese a la exigencia del reto. «No hemos tenido averías, Cefe un par de pinchazos y yo tuve un problema pequeño con la válvula, que debió atascar una piedra. Cambio de rueda y listo», indica Aguirre. Viajaron por tantos Estados -Alemania, Dinamarca o Suecia- que «ya no sé ni en qué país me tocó arreglarlo», ríe.
Aún así, Martínez y Aguirre han tenido que vencer dificultades. «Hemos tardado un día más, con 600 kilómetros a mayores de los 5.200 previstos, porque en la ruta más directa a Nordkapp se había fastidiado un puente», apunta a modo de ejemplo.
Como experimentado viajero, Aguirre señala que «el verdadero premio es volver, llegar a casa otra vez». Los aventureros iniciaron ayer a media mañana el trayecto de vuelta a casa, que se presume todavía más exigente que el de ida. «Volvemos según lo previsto con la ruta del Báltico, por Helsinki. Haremos otros 6.500 o 6.800 para bajar. Todo eso sobre el mapa, siempre que no haya contratiempos», matiza. Pasarán por Bielorrusia o Polonia, donde tocará cambiarle el aceite a la Cirila, «porque estos vehículos lo necesitan cada 5.000 kilómetros», resalta.
Más o menos dentro de una semana, quizá ocho días, los aventureros llegarán de vuelta a casa, tras salir el 28 de mayo.
Consultado sobre qué memorias y anécdotas se llevan de la experiencia, Aguirre, que ha publicado varios libros de viajes y espera poder publicar otro sobre esta aventura, afirma que «estos paisajes maravillosos, ver renos atravesando pequeñas carreteras con la abundancia de las vacas de A Mariña, o la solidaridad de la gente. Nordkapp es un sitio de caravaneros, moteros y bicicleteros, y hay una especie de solidaridad de la carretera, del rutero. Siempre que hay un problema, la gente para ayudarte. Y especialmente lo hace la gente más humilde, no aquellos que tienen una autocaravana de lujo. Para unos eres quizá un estorbo, pero para los otros eres un compañero de ruta», concluye.