Eduardo Iglesias se jubila a los 68 años tras 16 como director del CEIP Juan Rey de Lourenzá, donde enseñó durante 34 años: «Sentinme moi querido»
08 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Eduardo Iglesias Villar (Trabada, 1957) recuerda con especial cariño el éxito de los actos conmemorativos que se celebraron en 2023 con motivo del 50 aniversario del CEIP Juan Rey de Lourenzá. Eduardo se jubiló ayer, el mismo día que cumplió 68 años, y hoy, miércoles 8, cuando los alumnos vuelven a las aulas después de las vacaciones navideñas, ya no se incorporará al centro. Afronta una nueva etapa lejos de un colegio que formó parte de su vida, ya que en este CEIP ejerció como docente 34 años y fue su director durante los 16 últimos.
Haciendo un repaso de su trayectoria, recuerda que la primera vez que impartió clase en el centro fue como provisional en el curso 1985-1986. Después, en el de 1991-1992 ya entró como definitivo. Previamente, fue maestro en Baralla, O Cádavo, Outeiro de Rei, San Miguel de Reinante (Barreiros)... Una dilatada carrera profesional vinculada a las aulas atesora el entrevistado: «Empecei sendo don Eduardo, pasei a ser Eduardo e ultimamente era Edu». Esta frase define perfectamente a un maestro que formó a diferentes generaciones y también permite constatar cómo ha cambiado la sociedad en las últimas décadas. Porque los efectos de los cambios sociales se han dejado y se dejan ver en los centros educativos, de la misma forma que la distinta concepción de la escuela como institución.
De familia de maestros
A nivel general, Eduardo Iglesias reconoce que a lo largo de su trayectoria profesional «sentinme moi querido». Procede de una familia vinculada a la docencia. Su abuelo por parte de madre, José María, ya fue maestro. Siguió sus pasos la madre de Eduardo, Bibiana, que cuenta con 97 años. «E teño un fillo que tamén fixo Maxisterio», explica el profesor asentado desde hace años en Lourenzá, que estudió Bachillerato en Oviedo y que cursó estudios de Magisterio en Lugo.
Tantas décadas en las aulas le permiten observar, describir y analizar con una óptica diferente los cambios sociales. «Cambiou moito a sociedade, os nenos e tamén os pais», reconoce Eduardo, que sigue creyendo en el esfuerzo y la implicación como motores no solo en la formación académica sino también en la personal.
Ve excesivo el tiempo que los menores dedican al móvil, muchas veces sin todo el control parental que debiera haber, y alerta del consumo «online» de pornografía entre niños y jóvenes, advirtiendo de que incita a comportamientos violentos, a ejercer y a normalizar la violencia, fomenta los estereotipos de género y las relaciones de desigualdad... Cree que su uso sin control contribuye a desincentivar y merma la capacidad creativa y de invención de los menores: «Vólveos máis cómodos».
Consejos
Sobre este particular centra el consejo que le pedimos para futuros docentes. «Primeiro, recoméndolles a experiencia como docente. E tamén lles digo que é moi importante que nas casas axuden. Eso é fundamental despois nas aulas. Temos que igualar a capacidade e o cariño pola ensinanza, independentemente de que a sociedade cambie», puntualiza el que fue director de un colegio que ronda los 130 matriculados pero que llegó a tener en torno a 300.
Por su experiencia al frente del colegio, reconoce las dificultades del cargo, «con momentos bos e outros malos». «Convivir é difícil», puntualiza a modo de resumen, incidiendo no obstante en que «polo xeral, teño que agradecerlle moito a moita xente». Reconoce que tuvo buena relación con los inspectores educativos y que el centro figuró entre los primeros en tener vídeo proyectores y otras herramientas educativas, y destaca la riqueza que aporta que en un colegio coincidan profesores de generaciones distintas.
El impartir clase y dirigir un centro educativo en un municipio pequeño también la ve como una experiencia diferente. «Moita xente fala contigo de distintos temas, tamén persoais. Moitas veces a xente simplemente o que necesita é que fales con ela, que sexas amable», explica Eduardo Iglesias, que rememora con nostalgia que durante años entrenó a los niños en fútbol y fútbol sala y que afronta esta nueva etapa pensando en su hijo, en viajar algo, en caminar y en cuidarse... además de en todas las tareas que exige el vivir en una casa con finca.