Simona llegó hace unos cinco años para cambiar de rumbo, por causas desconocidas
02 dic 2021 . Actualizado a las 15:33 h.Más de una semana después de que el cuerpo sin vida de una mujer belga de unos 40 años, Simona, fuese encontrado en la aldea de Baroso, parroquia de Ambosores (Ourol), continúan las interrogantes sobre la vida y la muerte de esta persona. Algunas fuentes aseguraron que fue hallada con las manos atadas por bridas, aunque según la Guardia Civil no constan investigaciones al respecto, dado que los agentes no encontraron signos de violencia en su cadáver.
Simona llegó hace unos cinco años a Baroso, donde compró una casa vieja que restauraba con sus propias manos y que por el momento no tenía luz ni agua. En una de sus múltiples cuentas personales en redes sociales, explicaba que estaba «renovando» su vivienda «en el abandonado norte de Galicia y viviendo una vida simple y espartana».
Tanto que, a pesar de elegir para vivir el área más despoblada de un municipio que vive una sangría demográfica, Ourol, durante años vivió sin coche y se desplazaba solo en automóvil cuando la llevaban algunos vecinos. Últimamente había adquirido un vehículo. También pedía ayuda, en ocasiones, para cargar su teléfono móvil. Se manejaba lo justo con el castellano, pese a que su familia reside desde hace años en la Comunidad Valenciana.
Los pocos vecinos de Ourol que la trataron saben de la frugalidad de su vida, y que había venido a A Mariña buscando un cambio vital.
Una joven estimada
Sin embargo, desconocían la mochila que había acumulado esta mujer durante su vida. La mayoría de los residentes en el municipio no tenían contacto con ella, y muchos de ellos supieron de su presencia en Ourol cuando se conoció la noticia de su muerte, en circunstancias aparentemente extrañas, aunque los habitantes de la aldea sí la tenían en estima.
Se sabe que llegaba de la región valona de Bélgica, aunque se desconocía su lugar concreto de procedencia. Fue militar y ahora trabajaba como artista desde su vivienda, cercana a la carretera que conecta Sixto y San Pantaleón. Hacía fotografías, autorretratos y pinturas de celebridades, entre ellas Jack Nicholson, Nina Simone, Albert Einstein, Johnny Depp o David Bowie, que vendía en la red. También performances, en las que se expresaba principalmente a través de la danza.
Sus conocidos sabían que buscaba un retiro para inspirarse y mejorar como artista, aunque no de dónde procedía exactamente ni qué causas la llevaron a marcharse de ese lugar. Los motivos para instalarse en Ourol sí parecen claros. Disfrutaba colgando imágenes de animales y de los paisajes de Galicia, y veía en Ambosores «una tierra mágica y abandonada». Se mostraba orgullosa de sus decisiones vitales, de «quién soy y de dónde estoy».
Era una mujer alta, de unos 190 centímetros, rubia y con los ojos claros, que durante años fue militar. También vivió en una granja en Holanda. Con su teléfono móvil —no tenía otro modo de conectarse— había empezado en Ambosores un blog, en el que mostraba su deseo de poder ganarse la vida con su escritura y con su arte, para vivir modestamente y, en la medida de lo posible, «viajar», otra de sus pasiones.