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Laura, la encargada de tener a punto una joya de la relojería antigua que reparó Jesús Calleja y que luce en Rinlo

j.a. RIBADEO / LA VOZ

RIBADEO

Treinta años después toma el testigo de su abuelo y cada día se encarga de darle cuerda y ajustar la hora, para que no vuelva a oxidarse y caer en el abandono como estuvo desde 1994; fue el gran protagonista de Volando Voy

28 sep 2023 . Actualizado a las 12:25 h.

El reloj de fachada de la vieja escuela de Rinlo ha vuelto a lucir como antaño, gracias al programa «Volando voy» de Jesús Calleja, que lo reparó. Sumó así un episodio destacado en su dilatada historia: un reloj que fue donado por el indiano Jesús Rodríguez Murias y de cuyo mantenimiento y puesta a punto se encargaba Jesús Álvarez, conocido en Rinlo como «o alcalde», fallecido en 1994 víctima de un ataque repentino cuando asistía a misa. Tenía 97 años y hasta el último día de su vida destacó por su vitalidad. El reloj, sin la dedicación que le profesaba Jesús Álvarez, fue cayendo en el olvido y víctima del abandono, de la humedad y la salitre, dejó de funcionar y se oxidó. Hasta ahora, cuando ha sido recuperado. La orden, el ruego, de Calleja a los vecinos de Rinlo fue que, en atención a lo que predicaban los relojeros que lo repararon, se le diese cuerda todos los días. Y el testigo ha sido cogido por la persona probablemente más adecuada para ello, Laura, nieta de Jesús Álvarez, con la ayuda puntual que le puede dar su hermano, César, noticia hace unos días por ser uno de los tres camareros del restaurante Marinero a quienes tocó el premio de 100.000 euros en el Rasca de la ONCE.

PEPA LOSADA
 

«Dábame moita pena ver o reloxo como estaba. Lembrábame do meu avó, porque para el era moito máis que o reloxo da escola. O mimaba e miraba como se fora del. Meu irmán e mais eu tiñamos algo de idea de como facía meu avó e agora seguimos con elo. Penso que é mellor que se encargue unha persoa, aínda que alguén, se cadra máis novo ca nós, se podería involucrar tamén de cara ao futuro, para que o reloxo non volva caer no abandono», explica Laura.

Y añade: «Hai que darlle corda todos os días. Eu acostumo a ir sobre as tres e as catro da tarde: doulle corda e se se retrasou un pouco o poño ben. Non pasaría nada porque parase. Volveríaselle a dar corda e funcionaría de novo, pero o ideal é que sempre estea funcionando. A cuestión é non deixalo abandonado, como estivo estes ano».

Las campanas, eso sí, no suenan con la templanza que se vio en el capítulo de «Volando Voy»: «Son de ferro e están un pouco oxidadas. As campás non fan agora a misión que tiñan antes, cando dirixían a vida do pobo. Agora teñen un papel máis anecdótico. Con todo, non estaría mal recoller a proposta de Calleja e tomar as uvas de fin de ano aquí. Seguro que sería un aliciente máis de Rinlo», concluyó.