La Audiencia ratifica el fallo que ordena indemnizar con 1,7 millones a una joven de Ribadeo que quedó en silla se ruedas
RIBADEO
La mujer, que era menor de edad cuando fue operada en el Chuac, perdió la movilidad de las piernas tras una intervención en la columna
19 dic 2024 . Actualizado a las 22:33 h.La Audiencia Provincial de A Coruña ha ratificado la sentencia del Juzgado de lo Penal número 3 de A Coruña que, por un delito de lesiones con imprudencia, condenó a un cirujano a pagar una indemnización de 1.729.229 euros a una paciente, una joven de Ribadeo que en el 2019, cuando tenía 13 años, perdió la movilidad en las piernas tras someterse a una operación de columna en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). La indemnización deberá ser abonada no por el médico sino por las aseguradoras y, subsidiariamente, por el Servizo Galego de Saúde (Sergas). Paralelamente, el cirujano fue condenado a una pena de 12 meses de multa a razón de una cuota diaria de 15 euros, esto es, 5.400 euros. El fallo de la Audiencia, contra el que cabe interponer recurso de casación, estima además lo demandado por el abogado de la joven perjudicada, José Manuel Oliveros, de 3a Consultores, imponiendo el abono de los intereses al acusado y al Sergas desde que se presentó el escrito de acusación.
En las apelaciones del cirujano y la compañía aseguradora se solicitaba la libre absolución alegando un error de interpretación en la prueba que se practicó a la paciente. También sostenían que el delito, de haberlo, estaba prescrito por haber transcurrido más de un año desde que presuntamente se había cometido a la presentación de la denuncia. Pero la Audiencia, con una extensa argumentación, desestima todo ello.
La joven ribadense fue intervenida en el Chuac por una escoliosis idiopática con doble curvatura que sufría la niña, a raíz de la cual padeció secuelas irreversibles, que comprometen su calidad de vida y la de sus familiares, con consecuencias no solo personales, sin también laborales y económicas. Al traumatólogo que hizo la intervención se le condenó a pagar 5.400 euros por un delito de lesiones por imprudencias menos graves. Se descarta que el acusado se hubiese comportado de manera «gravemente negligente», pero sí actuó «con imprudencia simple en cuanto a la técnica de instrumentación», al colocarle un elevado número de tornillos de manera incorrecta en los pedículos vertebrales.
En la sentencia ratificada por la Audiencia se subraya que «él mismo reconoció en su declaración que era excesivo el número de los que estaban mal posicionados y, en varios casos, además, de manera intrarraquídea». El juez destaca que los pedículos eran estrechos y que el propio cirujano «pronto advirtió una dificultad mayor de la habitual en la instrumentación», al tiempo que indica que durante la intervención se produjo un sangrado notable, por lo que el acusado debió «adoptar una postura acorde a esa situación».
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Señala igualmente que durante la intervención, en la que el cirujano debía estabilizar casi toda la columna para corregir la deformidad con implantes y barras de titanio, se produjo una caída de potencia que afectó a la monitorización neurofisiológica, «hasta en cuatro ocasiones en menos de una hora». Ante esta situación, el traumatólogo cirujano optó por retirar el tornillo de la vértebra T10, que estaba colocando en ese momento, y asegurar el mantenimiento de una presión arterial sistémica. «Descartó en consecuencia abortar la intervención al estimar que en esa situación la estabilidad de la columna era una prioridad», se refiere en los hechos probados de la sentencia de la Audiencia.
Finalizada la operación, en el test del despertar se constató que la paciente mostraba pérdida de la función sensitiva y motora por debajo de la vértebra T6. El cirujano solicitó un TAC de columna intrarraquídeo en el que se comprobó una mal posición y trayecto de varios tornillos que había colocado. «Esta trayectoria inadecuada fue motivada por un defecto de la técnica en al cirugía achacable al acusado, que en parte se justificaba por una displasia de los pedículos que fue advertida tras la práctica de un TAC posoperatorio, pero que podía previamente sospecharse a partir del profuso sangrado existente (se necesitaron hasta 15 unidades de sangre cuando hay cirugías del mismo tipo que no requieren ni una sola) (...) datos que fueron minusvalorados por el acusado», se añade en la sentencia.
Ante estos resultados, el cirujano traumatólogo, tras el paso de la paciente por la uci, hizo una nueva intervención, retirando cinco tornillos, lo que unido a que la operación no fue realizada tras la señal de alerta por la pérdida de movilidad de la joven, le ocasionó la lesión medular.
Tras estas operaciones la joven sufrió gravísimas secuelas, con atrofia de los miembros inferiores, que la obligan a moverse en una silla de ruedas.