Rouco llenó el teatro para abrir la Semana Santa de Viveiro

Mar García Balseiro
MAR G. BALSEIRO VIVEIRO / LA VOZ

VIVEIRO

XAIME RAMALLAL

Evocó la historia para recuperar la esencia del hombre

29 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Viveiro era «el sueño marinero» de los niños de Vilalba, comenzó diciendo ayer el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid, evocando su infancia y la rivalidad futbolística entre ambas localidades, e incluso las malas comunicaciones de entonces, en la apertura oficial de la Semana Santa viveirense. Recién llegado de Chile y Perú, y con una afonía manifiesta, el cardenal Rouco apeló a la memoria histórica para permitir recuperar la esencia y los valores del ser humano, espirituales y religiosos. «No es malo recordar lo que pasó en el siglo pasado», señaló. Destacó los tiempos «difíciles» que vivió Europa durante el siglo XX, y el miedo, entonces a una tercera guerra mundial,; hoy a los actos terroristas, algunos recordó contra las comunidades cristianas de todo el mundo. También aludió al «terrible» accidente en Los Alpes Franceses.

Rouco Varela hizo alusión también a los mil millones de católicos extendidos por el mundo, «cada persona cuenta», y reflexionó en voz alta sobre el papel evangelizador de la Iglesia en la actualidad y su capacidad para resolver «los problemas del mundo», aludiendo al paro o a las carencias sanitarias, entre otras. Recién llegado de América Latina, Rouco concluyó: «Somos la parte rica del mundo». Recordando «lo que pasó en el siglo pasado» de nuevo, aseguró que «hay horizonte para la esperanza, para que haya paz».

El cardenal, que conmemoraba ayer su 54 aniversario de ordenación sacerdotal -«Yo soy cura de Mondoñedo»- habló también de los jóvenes de hoy, Dijo que «hay jóvenes con fe, hay familias que la viven, y hay parroquias que la mantienen». Y en esta línea señaló que «hay que cuidar la clase de religión, y no reducirla a 40 minutos».

Rouco llegó al teatro Pastor Díaz tras compartir unas horas de retiro con la congregación de la residencia de ancianos Betania. En su pregón dijo que vino a Viveiro a dar «una gran noticia», un mensaje de pasión y salvación que representa Jesús y que se repite cada año, «y lo será hasta que se acabe la historia y comience la eternidad».

El arzobispo emérito de Madrid definió Viveiro como «una ciudad de historia cristiana», y puso como ejemplo de esa «pervivencia» el «esplendor de las cofradías y hermandades».