El carismático grupo británico, con una actuación para enmarcar, fue el gran protagonista del Resurrection Fest
10 jul 2016 . Actualizado a las 17:26 h.Había que estar loco, ser un iluso o tener una fe desmedida para creer en el 2005 que Iron Maiden daría algún día un concierto en Viveiro, una ciudad de poco más de 15.000 habitantes. Los vecinos que ya entonces disfrutaban con los inconfundibles acordes del grupo británico tuvieron motivos para sentirse anoche en pleno éxtasis. Aquel 2005 el Resurrection Fest balbuceaba y once años después lo ha conseguido. La espera mereció la pena.
El éxito se vivió desde el inicio del concierto, brutal, con el recinto -un campo de fútbol-, a reventar. Un inicio a lo grande, a la altura de lo esperado, con Bruce Dickinson entrando en el escenario en solitario con su micrófono. Con esos pasos, Viveiro tocaba el cielo. Con las entadas agotadas, tras doce años sin ver a Iron Maiden por Galicia, el Resu hacía historia.

















Durante dos horas varias decenas de miles de personas vibraron en el improvisado recinto situado en Celeiro con la actuación de «la Doncella de hierro», que presentó su último trabajo, The book of souls, pero no olvidó alguno de sus temas más clásicos.
Si algunos se quejaban al comienzo del concierto del horario y de que aún no se había puesto el sol, la queja duró un suspiro, apagada por la música rompedora de Iron Maiden. «¡Flipante!». El calificativo que se repetía en boca de los seguidores. Iron Maiden, con un pletórico Bruce Dickinson, logró la comunión con sus fans, una simbiosis difícil de describir, que se agudizaba con cada acorde, con cada punteo, con cada canción en un constate frenesí.
Alternando clásicos, uno de los momentos electrizantes de la noche llegó con The Trooper, el hit, uno de los más populares, compuesto por el bajista Steve Harris con los pegadizos solos de guitarras. ¿El público? «Toleando». Literalmente, con Fear Of The Dark y otros imprescindibles de la discografía de la banda británica. Y llegó The Number of the Beast, el 666 que corearon miles de personas y que se hizo esperar hasta el primer bis.
Fue el punto álgido de la undécima edición del Resurrection Fest: «Un festival hecho por fans para fans. Un festival muy grande», dijo Bruce Dickinson antes de despedirse, desatando la euforia del público. Un Resu en el que este año durante tres días 70 bandas compartieron cartel, entre ellas The Offspring, Volbeat, Bad Religion o Bring Me The Horizon.
Iron Maiden puso el punto y seguido. Ayer, concluido el concierto, los incondicionales del festival hacían sus apuestas. En el Resu ya han tocado verdaderas leyendas como Slayer, Megadeth, Motorhead o Iron Maiden. ¿Quién será el próximo?