La empresa que fundó goza de gran prestigio en las islas Bahamas
20 mar 2023 . Actualizado a las 13:29 h.Jesús Permuy Porto y Juan Eiroa Gómez fueron dos emigrantes que pertenecieron al Triángulo Fraternidad Humana nº 75 de Viveiro. El primero se hizo masón en Cuba, regresó en 1934 y sustituyó a Benigno González Pedre como Venerable (presidente) de la agrupación local. Tras la guerra, fue perseguido y sancionado y regresó a Cuba donde tuvo una buena posición económica. Eiroa, en cambio, vivió desde 1926 en Nasáu (Bahamas). Allí creó una empresa, Nasáu Tile, que hoy sigue siendo de las más importantes del sector de baldosas, mosaicos y revestimientos.
Permuy Porto nació en Ourol en 1903. Emigró muy joven a Cuba y, como tantos emigrantes, buscó en la Masonería un amparo, una forma de mejorar su cultura y formación y un modo de introducirse en la sociedad cubana. En 1930 obtuvo el título de Aprendiz en la logia Hijos de la Patria de La Habana. Tenía 27 años, se dedicaba al comercio y estaba soltero. En abril del año siguiente era Compañero Masón y en febrero de 1933, Maestro Masón. Con esa fecha, la logia habanera le concedió plancha de quite, permiso para abandonar temporalmente el país.
Vivió en el Café La Aldeana
En marzo de 1934, la Gran Logia Española de Madrid le homologó el grado de Maestro Masón al ser miembro del Triángulo viveirense. Había llegado en enero de ese año pues -en calidad de Venerable Maestro de esta agrupación- remitió una carta a la Logia Perseverancia, de Larache (Marruecos), agradeciendo la felicitación de año nuevo. En Viveiro, Permuy vivió en el café-bar La Aldeana desde el que en 1935 -como “ex maestro de la logia Fraternidad Humana”- escribe a la Logia de Cataluña para contestar a una plancha (propuesta de debate) que esta enviara. En la carta, señala que su taller tuvo que “abatir columnas” (cerrar) en julio y anima a sus compañeros catalanes “a no atender a falsos masones y cumplir sus sabios reglamentos”.
Permuy -que usaba el sobrenombre Jason- pasó la guerra en Viveiro y, al concluir esta, el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo le abrió la causa número 155, piezas 7ª y 8ª, de Galicia y Asturias. Según Alfonso Santos Alfonso -el estudioso de referencia de la masonería en Lugo- su expediente permaneció abierto de octubre de 1943 a septiembre de 1952 cuando fue archivado “por falta de pruebas”. Regresó a Cuba, tuvo comercio propio y llevó la representación de firmas extranjeras. Se casó con Asunción Silva López y tuvo una hija, Gladys, que se casó en la iglesia de Montserrat el 11 de diciembre de 1959 -días antes de llegar Castro a La Habana- con Alejandro Vidal Fernández, hijo de los cántabros Alejandro Vidal Quintana y María Fernández. La boda fue suntuosa y se celebró en el Jardín Prats, del Vedado. El Diario de la Marina decía que la novia lucía un espléndido modelo de Balenciaga y una tiara de cristal de rosa y que el viaje de luna de miel era por México y Estados Unidos.
La empresa que fundó goza de gran prestigio en las islas Bahamas
Juan Eiroa Gómez nació en Viveiro en 1901 y emigró muy joven a Cuba. Trabajó como ebanista y en 1922 marchó a Nasáu, la capital de las islas Bahamas, contratado para reconstruir el British Colonial Hotel que había destruido un incendio. Se asentó allí, fue consiguiendo trabajos y cuatro años después ya fabricaba e importaba muebles de caoba cubana. Cuando colaboró en la obra del Collins House se dio cuenta que había mucha demanda de suelos de terrazo y mosaicos de cemento hechos a mano y pensó que había lugar para una fábrica de azulejos que diese servicio a las empresas que, debido al auge del turismo, construían edificios en las islas. Fue así como fundó en 1929 Nasáu Tile, una planta de fabricación de pisos de baldosas de cemento.
Le fue bien y en 1933 amplió su oferta y comenzó a importar desde Valencia revestimientos cerámicos, en distintos colores, para baños. La firma tuvo su primera sede en la calle Bay Street, en Nasáu, y desde 1952 en Dowdeswel Street. Su participación en edificios emblemáticos de Nasáu, como el propio Edificio Gómez, le dieron fama y prestigio. Juan Eiroa Gómez -que era conocido en las islas como John E. Gómez- falleció en 1974. Su hijo, José Gómez, quedó al frente del negocio, consolidó su posición y le dio una nueva orientación: ya no se dedicó sólo a la producción en serie sino que aumentó la importación de productos de grandes fabricantes internacionales.
En 2007, la hija de este, Elizabeth Ramsay, se convirtió en directora general de Nasáu Tile y llevó la firma a la excelencia en el sector de la construcción. Trabaja con clientes minoristas y comerciales de todas las Bahamas y les brinda la más amplia selección de opciones de baldosas de los mejores fabricantes internacionales a precios muy competitivos. Sirve, sobre todo, a propietarios de viviendas, arquitectos, diseñadores, gerentes de proyectos y clientes comerciales en todas las islas Bahamas. Dispone de las últimas novedades de productos y un completo equipo experto en mosaicos y diseños únicos.
Un sumario archivado y un anfitrión del capitán Etayo que hizo en 1962 la réplica del viaje de Colón
Juan Eiroa Gómez figura como cotizante del Triángulo Fraternidad Humana de Viveiro en una época en que vivía en Nasáu. Su participación en la logia pudo deberse a que se afilió en el curso de una visita a su ciudad natal o bien a que -como fue el caso de otros emigrantes- quisiera consolidar la agrupación con su apoyo económico, aunque él viviera lejos. El caso es que su nombre figura entre los 15 viveirenses con expedientes abiertos por “delitos de Masonería” por Tribunal de la Represión de la Masonería y el Comunismo. El suyo estuvo vigente del 9 de diciembre de 1939 al 5 de julio de 1945 cuando fue archivado “por falta de pruebas”. Un hermano suyo, Jesús Eiroa Gómez, figura también en la citada relación así como otros posibles familiares como José Díaz Eiroa o José Eiroa.
Juan Eiroa Gómez tuvo destacada participación en el viaje que el capitán navarro, Carlos Etayo, realizó en 1962 en una carabela -réplica de La Niña que figuraba en la expedición de Cristóbal Colón en 1492- que repitió el recorrido colombino. El viaje entre Las Palmas y San Salvador, que a Colón le llevó 33 días, a Etayo le supuso 75 días de navegación a causa de averías y otras incidencias. Cuando la expedición llegó a Nasáu, el viveirense fue su anfitrión y se desvivió en ayudar y proporcionar al navegante navarro todo lo que precisaran en los 22 días que permanecieron en una isla que carecía de consulado español. Cuando regresó a España, el capitán Etayo le tributó sinceros reconocimientos y elogios y no dudó en nombrarlo “cónsul honorario de España en Bahamas”.