Viveiro dejó huella en La Habana o Montevideo. Pero también en A Coruña o Vigo. Esta última ciudad no sería la misma sin dos viveirenses ilustres, el médico Nicolás Taboada Leal y el periodista Francisco Leal Insua. El galeno escribió la primera historia de Vigo en 1840 y el segundo fue, en gran medida, responsable de la explosión cultural de la ciudad y de la primacía en ella de la colonia luguesa frente a la tradicional presencia de catalanes y ourensanos.
Vigo comenzó a crecer a mediados del siglo XIX por el incremento del tráfico con América, las fábricas de salazón de los catalanes y las derivadas del mar. Surgió un asalariado y una burguesía local y en 1900 llegó a los 15.000 habitantes. A partir de ahí, su progresión fue asombrosa por su poder financiero, pesquero e industrial. En 1910 ya doblaba la población, el puerto era de los mejores de Europa y su dinamismo social solo lo frenó la Guerra. Tras ella, la ciudad fue base del avituallamiento alemán y en los años 50 sufrió un gran desarrollo urbano, rápido y desordenado, debido a su dinamismo y a la llegada de población de aluvión, rural y de Ourense, sobre todo.
Leal Insua -que nació en Viveiro en 1910 y murió en Madrid en 1997- fue poeta y ensayista y un gran periodista con altas responsabilidades en distintos medios. Publicó ensayos -el más destacado, su biografía Pastor Díaz, príncipe del Romanticismo- y seis libros de versos.
Promovió la publicación de la obra de Noriega y ganó el Premio Internacional de Poesía en
Lisboa. Aunque muchos lo consideran sobre todo un poeta, su labor más trascendente fue como periodista. A los 28 años era redactor jefe de El Progreso de Lugo y, al año siguiente, se casó en Lourenzá con la pintora Julia Minguillón. De 1949 a 1961 dirigió Faro de Vigo y luego medios como El Correo Gallego, La Noche, Mundo Hispánico y una sección de la Agencia EFE.
A la sombra de Martín Códax
En Vigo tuvo su hora alta. Desde la dirección del Faro promovió un ambiente cultural y literario del que carecía la ciudad, dedicada como estaba al trabajo, la industria y el progreso económico. Conmemoró el centenario del periódico con un número extra en el que participaron 170 intelectuales de los más relevantes del momento. En torno a Faro de Vigo, y a él mismo, congregó a los mejores escritores y poetas de Galicia con los que cada primavera celebraba La Fiesta de la Poesía. En sus distintas ediciones participaron en ellas figuras como Celso Emilio, los Álvarez Blázquez, Julio Sigüenza, Díaz Jácome, Cunqueiro y otros. En la triste y dura posguerra de una ciudad febril y laboriosa, Vigo se convirtió en un referente para la literatura, la poesía y la cultura. Pasó a ser -como señaló Manuel de la Fuente- “una ciudad a la sombra de Martín Códax”. Leal plantó una semilla. Y luego florecieron las vanguardias, la movida, el grupo Rompente o Editorial Galaxia. Pero esa no fue su única aportación a Vigo.
Un médico autor de la primera historia de la ciudad y promotor del lazareto de la Illa de San Simón
Cien años antes que Leal Insua, había llegado a Vigo otro viveirense, el médico Nicolás Taboada Leal que también dejó huella en la ciudad donde murió en 1883. Nació en Viveiro en 1798, hijo de María Leal Fernández y del cirujano Vicente Taboada de la Torre. Fue alumno del Colegio Insigne de Latinidad, que fundara María Sarmiento, y amigo de Tomás Mariño Pardo, el xovense precursor de la aviación; Antonio Noguerol Soto, médico de la Armada; Vicente Manuel Cociña, diputado y periodista; y Luis Trelles Noguerol, abogado y fundador de la Adoración Nocturna.
Taboada estudió Medicina en Santiago y se incorporó a Vigo como médico del Hospital de la
Caridad, donde ejerció durante 65 años al tiempo que desempeñaba otros cargos sanitarios.
Primera historia de Vigo
Fue el autor en 1840 de la primera historia de Vigo -Descripción topográfica histórica de la ciudad de Vigo, su ría y sus alrededores- que todos los historiadores y cronistas posteriores siguieron. Y, por su gran labor en la epidemia del cólera (1833), recibió numerosos honores - Cruz de Epidemias, de Isabel la Católica, etcétera- y fue decisivo para crear un Lazareto en la Isla de San Simón en el que los pasajeros de barcos procedentes de zonas endémicas pasaban las cuarentenas.
Despegue de la ciudad
Eso catapultó el despegue transoceánico de la ciudad, que se lo agradeció dando su nombre a su céntrica alameda.
Taboada Leal fue un ilustrado que dejó numerosas obras científicas -sobre aguas minero- medicinales, historia, cultura, política, etc.- y cronista de Vigo, título que también ostentó su hijo,
Nicolás Taboada Fernández que orientó su actividad hacia la historia y la poesía.
martinfvizoso@gmail.com
Julia Minguillón, el rescate del ostracismo de Cunqueiro, relegado por el Régimen, y el protagonismo de Lugo
Otra aportación a Vigo de Leal Insua fue lo que Ceferino de Blas -cronista oficial y director general de Faro- llamó el cambio geoestratégico cultural de la ciudad. Es decir, el cambio de las incidencias externas que conformaron su identidad social y cultural. Vigo siempre fue abierta, acogedora y receptiva de gentes y culturas. Es un clásico destacar la influencia de los catalanes desde la época del salazón -Massó, Curbera, Cusí, Portanet, Dalmau, Barreras...- y que un tercio de los vigueses es de Ourense. Sin embargo, con Leal en el Faro, ganó espacio e importancia la presencia de Lugo. Nunca tanta fuerza tuvieron los lucenses en Vigo como en los años 50 y 60 en los que hubo un desplazamiento sociocultural del ourensanismo al luguismo...
Leal no llegó solo en 1949. Lo hizo con su mujer, Julia Minguillón, con la que se había casado en Lourenzá en 1939. Ella era hija de Emilia Iglesias López, de Lugo, y de Federico Minguillón
Curiel, farmacéutico de Vilanova, donde ella pasó la infancia con sus hermanos Marcial, Carmen y León. Luego estudió Bachiller en Burgos y Bellas Artes en Madrid. Y pasó la guerra con su familia laurentina. Su llegada a Vigo coincidió con una gran efervescencia de artistas plásticos en la ciudad.
Fue también Leal el que rescató del ostracismo a Cunqueiro, a quién el Régimen había relegado en Mondoñedo tras privarle la Dirección de Prensa del carné de periodista.
El viveirense lo incorporó al Faro en 1950 con las secciones Miño por medio y Un pasajero en Galicia.
El acuerdo era que escribiese, sin periodicidad concreta y sin moverse de Mondoñedo, sobre lugares de Galicia a modo de ruta personal. Junto a él se incorporaron a Vigo otros lucenses como el mindoniense Díaz Jácome, Fernández del Riego y sus hermanos, el escritor Luis Pimentel, el ribadense Gamallo Fierros, el notario Ángel Casal Rivas, de Becerreá, o el sarriano José Fernández López, creador de Frigolouro y Pescanova...
Todos formaron la cabeza visible de una amplia colonia de profesionales de la medicina, la docencia, el deporte, la función pública o la literatura.