La generación que conoce a DJ Mario y le cuesta ubicar a Levon Kendall

ANDAR MIUDIÑO

PACO RODRÍGUEZ

Mateo Gómez y Álvaro Bellón empezaron yendo a los partidos del Obradoiro en Sar con chupete, en el 2009, y siguen siendo asiduos

25 nov 2021 . Actualizado a las 21:28 h.

La NBA, la ACB, LaLiga, la Euroliga... Todas las grandes competiciones del fútbol y el baloncesto comparten una preocupación: no es fácil llegar y fidelizar al público más joven en las canchas. Lo mismo sucede con las audiencias televisivas. Los cambios en la sociedad y en la manera de consumir ocio obligan a los clubes a adaptarse. Y no resulta sencillo dar con la tecla.

El Monbus Obradoiro encara esta temporada con cerca de tres millares de abonados. Dos de cada tres tienen 36 o más años. Probablemente si se les pregunta uno por uno quién es DJ Mario, la mayoría darán como respuesta que no tienen ni idea. En cambio, la contestación sería ampliamente afirmativa si se les pone sobre la mesa el nombre de Levon Kendall.

Con los menores de edad, que son el 16 % de los abonados, sucede lo contrario. Dejando a un lado a los más pequeños, la mayoría sí ubica a DJ Mario. Y no lo tienen tan claro con Kendall. Para muestra, dos de esos jóvenes seguidores que son asiduos a los partidos del Obradoiro en Sar: Álvaro López Bellón, nacido en el 2007, y Mateo Gómez Carballal, del 2008. «Es un streamer famoso de Twitch»; «Es un youtuber famoso por jugar y comentar partidas del FIFA». Así identificaron, respectivamente, al primero de los nombres propios planteados. A Álvaro le sonaba vagamente Kendall, mientras que Mateo reconoce no tener «ni idea» sobre el pívot canadiense. Al fin y al cabo, cuando cerró su etapa en el Obradoiro uno tenía seis años y el otro cinco. 

Los dos son fijos en Sar, salvo causa de fuerza mayor. Y llevan el baloncesto en su ADN. La madre de Álvaro, Montse López jugó en el Pío XII, el Cluny y el CDU; el padre, Marcos Bellón, en la cantera del Oar de Ferrol. El padre de Mateo, Miguel Gómez, es un genio de los banquillos y de la palabra que dejó su sello en varios equipos de la ciudad y su área de influencia.

Disfrutan del baloncesto y del Obradoiro en familia. Y tanto Mateo como Álvaro saben que la primera vez que vieron al equipo fue en el 2009, el año del estreno en la ACB, aunque no lo recuerdan. Eran tiempos en los que todavía usaban chupete. Pero ahí empezó todo.

Con Alberto Corbacho comienzan ya los recuerdos más firmes. «Mi jugador favorito del Obra, el que más me hizo levantar del asiento con sus triples imposibles», indica Álvaro. «Jugó en el Obra muchos años, el número 33, triplista. Se acaba de retirar», reseña Mateo.

No hay duda de que siguen el baloncesto más allá de Sar y del presente inmediato. Asociaron sin dudar a Magic Johnson a lo Lakers, «hace muchos años». También a Juan Carlos Navarro, que «jugó en el Barça y la selección». «El rey de las bombitas» y «famoso por sus bombas», apostillan. Lo vieron en directo en Sar y por televisión. Al recién llegado a la Liga Endesa Yabusele lo sitúan ya como un referente.

Son aficionados a un equipo que pierde más partidos que los que gana, pero tienen claro el porqué de ese sentido de pertenencia. A Álvaro Bellón lo cautiva «la afición y el ambiente que se genera en Sar, aunque ahora ya no es tanto como antes». Mateo Gómez apela a la cercanía y la identificación: «Es el equipo de mi ciudad, un equipo humilde, y me gusta apoyarlo. Además, ahora tira muchos más triples y es más divertido verlo jugar». 

Fans de Zurbriggen

Cuando se les pregunta por su jugador favorito, Mateo duda entre Robertson y Fer Zurbriggen, mientras que Álvaro, que juega en el Rosalía, se decanta claramente por el base argentino. Si le permiten abrir el abanico hasta llegar a la NBA, apunta a otro director: «Kyrie Irving».

Viven el baloncesto con pasión en Sar. Sin embargo, en el colegio o con los amigos el Obradoiro no suele ser tema de conversación. «Muchos no van a los partidos ni siguen la Liga», observa Gómez. Bellón apunta que, en su equipo, a veces, sí hablan del Obra o algún detalle de los partidos, pero en otros ámbitos no suele haber debate alrededor de las canastas.