Blanca Millán: «El espíritu del Obra es siempre seguir trabajando»

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

Jull Roc

Tras un discreto arranque de curso, la compostelana despega en el Gran Canaria

23 feb 2022 . Actualizado a las 10:08 h.

Blanca Millán (Compostela, 1998) llevó al Peleteiro al Campeonato de España en su etapa en el colegio. Desde allí dio el salto a la Universidad de Maine, donde completó sus estudios y cinco cursos en la liga universitaria. Se fue con números que la sitúan entre las cinco mejores jugadoras de la historia de las Black Bears. Entrenó durante unos días con las Mystics de Washington y, aunque no consiguió hacerse un hueco en el equipo, pudo conocer desde dentro todo lo que comporta la WNBA. El pasado verano llegó a un acuerdo con el Spar Gran Canaria para estrenarse en el baloncesto profesional, en la Liga Femenina. Le ha costado elevar sus prestaciones. Pero lo está consiguiendo y su resurgimiento coincide con una racha de cuatro victorias consecutivas del conjunto insular, hasta situarse en la zona media de la tabla. Lo que si encontró rápidamente fue el predicamento dentro del grupo, porque la eligieron capitana.

La jugadora compostelana hace suyo uno de los mensajes que mandó grabar Popovich en la entrada del vestuario de los Spurs de San Antonio, en el que proclama su admiración por la figura del picapedrero que es capaz de darle cien golpes a una gran piedra y ver como en el 101 la parte en dos. Ese es el que queda en la retina, pero no hubiese servido de nada sin los otros cien. Blanca Millán se identifica: «Nunca me he desanimado desde que empecé a jugar al baloncesto ni pensé que no había tomado la decisión correcta. Me pasó al llegar a Maine, y también aquí». Perseveró, como siempre.

Proceso de adaptación

Ya contaba con que la adaptación no iba a ser sencilla: «Se juntó todo un poco. Sobre todo, venía acostumbrada a tener mucho peso en el equipo, a jugar mucho, en una liga menos dura, no profesional... Han sido muchas cosas nuevas. Este es un equipo joven, empezamos de cero, necesitábamos tiempo para conocernos entre nosotras, adaptarme a una competición muy exigente».

Además de perseverar, no desesperó: «Desde el principio sabía que no iba a ser llegar y triunfar, que lo que tocaba era trabajar, trabajar y trabajar. Sabía que no estaba ni en un 15 % de lo que podía dar. Aun así, en lo que más pensaba era en que el equipo ganara, en dar el máximo al grupo, ser positiva, ayudar. No era la líder que había sido en el campo, anotando, pero sí de otra manera. Ahora, en esta segunda vuelta, sabía que podía dar un paso al frente. Empezar a ser la yo que sabía que podía ser». Efectivamente, los números dicen que en la segunda vuelta se ha convertido en una de las jugadoras del colectivo con más minutos en pista y el Gran Canaria ha encadenado cuatro victorias consecutivas.

Después de cinco años en Estados Unidos, una de las cosas que ha podido recuperar es el seguimiento del Obradoiro: «Ahora no me pierdo ningún partido». Y habla del equipo en primera persona: «Empezamos algo flojo, pero el espíritu del Obra es siempre el de seguir trabajando. Sabemos que no tenemos el presupuesto de otros, pero el equipo compite contra todos los rivales y eso es algo que no todos los entrenadores consiguen».

Ve cierto paralelismo con la temporada del Gran Canaria: «Hasta hace un par de semanas estábamos así. De repente, empiezas a ganar y las cosas cambian. Es cuestión de seguir trabajando y de confianza».

El apoyo incondicional de una familia de baloncesto

No lo ha tenido fácil Blanca Millán en su debut en el baloncesto profesional, pero poco a poco ya se va convirtiendo en una pieza maestra dentro del engranaje de su equipo. En esa evolución ha contado con dos apoyos fundamentales: la confianza en sus posibilidades y el arropamiento de su familia.

Así lo reconoce la propia jugadora, que ve un punto de inflexión en las vacaciones de Navidad: «Sabía que tenía que dar un paso adelante en la segunda vuelta. En casa saben de baloncesto, no se les escapaba que estaba sufriendo un poco. Una tarde nos sentamos a hablar y me trasladaron un mensaje claro, que me centrase en hacer borrón y cuenta nueva, en jugar mi baloncesto».

Ese apoyo no se queda solo en el plano discursivo. Sus padres, Carlos Millán y Silvia Modia, que también practicaron el baloncesto, acuden a cada partido del Gran Canaria en la península. Tampoco dudó su abuela, nonagenaria, en acercarse a Ferrol para verla jugar en directo ante el Baxi. Y su hermana Silvia, que milita en el Peleteiro de Primera Nacional, sigue siendo su mejor consejera.

Blanca Millán firmó por una sola temporada en el Gran Canaria y está contenta con la experiencia. Se centra en seguir progresando, en lograr la mejor clasificación posible con su equipo después de un inicio complicado, y reconoce que más pronto que tarde tendrá que empezar a darle vueltas a su futuro.