
La afición se ganó otro sobresaliente en el naufragio ante el Gran Canaria
07 nov 2022 . Actualizado a las 21:11 h.El Monbus Obradoiro llega al parón de la ventana FIBA de noviembre con mala cara, tras firmar el peor partido de la temporada. Perdió ante el Gran Canaria (58-82) ofreciendo una floja imagen. Consiguió corregirse en defensa tras un mal inicio, pero el ataque fue otra historia, un recital de desaciertos. El rival llevó la iniciativa en todo momento con buen criterio y con un gran porcentaje en la larga distancia.
El partido empezó torcido antes incluso del salto inicial, con Westermann vestido de calle. Mal asunto, porque es coronel con mando en plaza y si no está el vacío es grande. Una vez que se puso el balón en juego, a Marcus Paige se le notó la falta de ritmo después de perderse tres citas por lesión. Y Bender parecía fuera de punto en sus primeras intervenciones.
El Obradoiro se puso en marcha a trompicones. El Gran Canaria, por contra, como había avisado Lakovic, era un equipo fiable atrás y añadía fluidez en ataque. Balcerowski hacía mucho daño en la pintura y los tiradores ayudaban desde fuera. Antes de llegar al ecuador del capítulo inicial Moncho Fernández pidió tiempo, con 5-13 en el marcador. Demasiados puntos encajados.
Además, Thomas Scrubb tenía ya dos faltas personales. Y poco después el pívot polaco de los insulares también cometió su segunda.
El conjunto local se desatascó algo en ataque con la entrada de Zurbriggen para cerrar el cuarto con un parcial 6-2 que dejaba el marcador en 17-23. El Obradoiro estaba seco en los triples. Falló lo tres que intentó. Y lo acusaba.
Pero la cosa empeoró en el segundo cuarto. Ocho intentos y ocho fallos. Al equipo no le salía nada a derechas y el adversario, sin alardes, llegó a tomar trece puntos de renta: 21-34.
Dragan Bender tiró de orgullo y consiguió atenuar daños. Bajo el aro propio repartió gorros, selló el espacio aéreo. Y añadió ocho de los doce puntos del equipo en el segundo cuarto para alcanzar el intermedio con un 29-37 que no era mal negocio visto el desarrollo de los veinte minutos.
El descanso le sentó bien a los locales. Al menos, rompieron le maleficio de los triples, con dos seguidos de Bender y uno de Thomas Scrubb para acercarse a seis puntos, con Sar rugiendo.
El Gran Canaria no se descompuso. Siguió a lo suyo y siempre encontró respuestas, dentro o fuera, o a través de la inspiración individual de Shurna, autor de siete puntos en un visto y no visto en el tramo en el que más apretaban los santiagueses. Cuando se emparejó con Paige, buscó el poste bajo. Y, si no, el triple.
Moncho Fernández dio descanso a Bender y el equipo lo acusó. El rival volvió a estirar la diferencia para entrar en el último cuarto trece arriba: 45-58.
El último cuarto fue doloroso. No hubo siquiera atisbo de reacción, nadie tenía el día. La afición lo intentó, como lo había hecho desde el pitido inicial. Detecta que el equipo no está fino y trata de empujar, pero no basta. Aplaudió en el medio minuto final y no hubo reproches en la despedida, a la espera de tiempos mejores.