El Obradoiro no pudo con los desequilibrios, las claves de una campaña aciaga
ANDAR MIUDIÑO
Desde la fuga de Washington y hasta la llegada de Dotson el equipo ganó cuatro partidos y perdió dieciséis
12 may 2024 . Actualizado a las 23:45 h.La trayectoria del Obradoiro es un permanente ejercicio de resistencia y resiliencia, a veces, pocas, con cierto margen para la tranquilidad. Otras, como ha sido el caso esta temporada, viéndose obligado a navegar en un mar de desequilibrios, porque el proyecto deportivo se vio zarandeado a las primeras de cambio.
De hecho, solo hubo dos partidos en los que Moncho Fernández pudo contar con el diseño armado para este curso: el primero de la Liga Endesa, en Sar frente al Palencia (84-64) y el primero de la fase previa de la BCL en Turquía ante el Mornar Barsko Zlato de Montenegro (90-56).
El triángulo que formaban en el perímetro Eric Washington, Jordan Howard y Rigoberto Mendoza perdió dos lados en apenas un mes.
El Obradoiro había apostado por un esquema en el que el base americano con pasaporte maltés era clave de bóveda, un director de juego con puntos en las manos. Estaba llamado a formar una pareja de muchos quilates con Howard, un escolta anotador, con buen manejo de balón. Y el internacional dominicano tanto podía ser el relevo del puertorriqueño, con menos amenaza de tiro pero más capacidad física, cuanto podría coincidir con él en pista.
La pena es que estas tres piezas solo coincidieron dos partidos en los que el Obra empezaba a esbozar lo que quería ser este curso. Mendoza se lesionó en Turquía y estuvo tres meses en el dique seco. Washington se fue por su cuenta y riesgo. Pese a dejar la sensación de que su mejor nivel estaba por llegar, sobre todo en el lanzamiento triple, se fue tras promediar 11,2 puntos, tres rebotes y cuatro asistencias en 26 minutos en pista en cinco partidos.
A Fernando Zurbriggen y Pol Figueras les tocó, de repente y sin anestesia, asumir una jerarquía por encima de la que figuraba en el guion de partida.
La fuga abrió una vía de agua de considerables proporciones, por el agujero que dejaba y porque octubre es el peor mes para acudir al mercado, con todas las grandes ligas dando sus primeros pasos. El club reaccionó rápido con el fichaje temporal de Badzim, que cumplió pero ya no era el mismo perfil que Mendoza. Y tardó un mes en encontrar a Kovliar, un prometedor base ucraniano de 21 años.
En febrero el Obradoiro volvió al mercado. Strelnieks parecía una apuesta segura, y fue la gran decepción. Un mes más tarde llegó Dotson, con menos mano que Washington pero también un base con puntos. Con él el balance ha sido de cinco partidos ganados y cuatro perdidos. Entre Washington y Dotson, cuatro y dieciséis.
Los partidos del casi que tanto daño hicieron al equipo
Unas veces por demérito propio, otras porque la fortuna le dio la espalda. Pero las estadísticas dicen que de siete partidos que se decidieron por una diferencia de cinco o menos puntos, el Monbus Obradoiro solo consiguió sacar uno adelante, el derbi en Lugo frente al Breogán: 88-90.
De esos siete, hicieron mucho daño los dos primeros. En la segunda jornada, en casa, las dificultades para cerrar el rebote le costaron la derrota ante el Bilbao. Con 75-71, a falta de dos minutos, De Ridder capturó un rechace en ataque y dispuso de dos tiros libres que convirtió.
Con 77-73 otra vez De Ridder caza un balón en el aro santiagués. Vuelve a tirar Smith y vuelve a fallar, pero rebotea Hlinason. Y Rabaseda acaba poniendo el 77-75. Pero lo peor aún estaba por llegar. El equipo se atascó en ataque. El visitante Renfroe se fue a la línea de tiro libre. Falló los dos, pero de nuevo el conjunto vasco cogió el rebote. Marró Smith y otra vez De Ridder. Se hizo con el balón y forzó un dos más uno que le dio la vuelta al marcador: 77-78.
En la quinta jornada, en Andorra, el equipo santiagués se dio otro tiro en el pie. A falta de siete minutos mandaba en el marcador claramente, 21 arriba. Y acabó perdiendo por tres. En medio, una de esas jugadas que solo le pasan al Obradoiro y que le costó siete puntos. El mismo equipo que había dejado al rival en 35 puntos en la primera parte encajó 40 en el último cuarto.
Son dos encuentros que tenía en la mano y se le escaparon entre los dedos. De haberlos atado, el balance de las cinco primeras jornadas hubiese sido de cuatro victorias y solo una derrota.
En el Palau el Barcelona forzó la prórroga a pesar de una extraordinaria defensa del Obradoiro en la última posesión. Se le escapó el balón a Laprovittola, pero lo recuperó y no falló. El duelo se resolvió en el tiempo suplementario, 92-90.
En Girona, ya en un tramo clave en la lucha por salir de la zona baja, el infortunio fue doble. El capitán, Álvaro Muñoz, se lesionó en un resbalón y dijo adiós a la temporada. En la última posesión, los que resbalaron fueron dos jugadores locales, pero no perdieron el balón. Se descolocó la defensa y decidió Juani Marcos, un base en el poste bajo: 78-77. En Granada el resultado fue 77-74, pero el partido estuvo siempre más volcado hacia el lado andaluz. Y en Sar, de nuevo ante el Barcelona, el marcador registró un 84-89. A falta de dos minutos el resultado era 78-80 y a 43 segundos 82-85.
Sin duda, son los cuatro partidos que hicieron más daño y que hubiesen podido cambiar el devenir del Obra en el campaña. Y, desde otro punto de vista, habría que sumar otros dos. El peor partido fue ante el peor rival que le podía tocar, contra el Granada en Sar: 77-94. Y la derrota en Sar ante el Manresa, 86-94, coincidió con un arbitraje cuestionado. Tan es así que incluso más de un jugador, sin cargar las tintas, por una vez habló de decisiones que habían sido determinantes, sobre todo la personal que le indicaron a Mendoza en la lucha por un rebote.
La savia letona no trajo el empuje deseado
Una cosa es la dificultad para fichar y otra distinta es que el club hubiese optado por la pasividad. Lo cierto es que el Obradoiro echó el resto en la segunda vuelta en un doble intento por reforzar el equipo. Pero la gran apuesta, la que parecía ofrecer más garantías, no dio los resultados esperados.
En el parón de la Copa Sar puso toda la carne en el asador. En ese momento ya estaba sobre la mesa el nombre de Devon Dotson, pero el americano optó por apurar los plazos en busca de un contrato en la NBA que no llegó. Una lástima ese tiempo perdido.
El Obradoiro acabó fichando dos jugadores con rango de Euroliga y mucha experiencia a sus espaldas: los internacionales letones Strelnieks y Timma.
El base empezó clavando dos triples en su debut en Girona. Parecía que volvía aquel planteamiento inicial de un director de juego con amenaza en la larga distancia. Pero fue un espejismo. Solo se acercó algo a su nivel en el derbi. Y acabó cayéndose de las convocatorias.
El ala pívot se mostró muy irregular y se perdió dos partidos por una lumbalgia. Pero tuvo una contribución notable ante el Breogán y el Andorra. En todo caso, se notó su oficio. En marzo llegó el que a la postre fue el gran revulsivo del Obradoiro. Dotson entró en el radar y el presidente cerró el acuerdo. Revitalizó considerablemente al equipo.
El reparto de los cupos limitó el margen de maniobra
El Obradoiro arriesgó en el reparto de las licencias y se vio limitado en su margen de maniobra al intentar recomponer el equipo. Partió con solo cuatro nacionales y, tras la lesión de Álvaro Muñoz, o bien compareció con once jugadores en el acta o bien completó con un canterano.
Eric Washington ocupaba ficha como comunitario. Y al estar cubiertas las de extracomunitario con Howard y Tinkle, el Obra no podía acudir a este mercado, salvo que fuese a costa de no contar con el puertorriqueño o el americano. Es lo que finalmente hizo con la incorporación de Dotson, que obligó a Moncho Fernández a hacer un descarte entre esos tres jugadores.
Al propio tiempo, llegaron a juntarse cinco bases: Pol Figueras, Fernando Zurbriggen, Sasha Kovliar, Janis Strelnieks y Devon Dotson. Tras el fichaje de este último se lesionó el jugador ucraniano.