Caían dudas de punta y lo hacían sobre dudado. El equipo nació mal estructurado y, poco a poco, se fue agarrando a la competición. La llegada de Balvin y Rati obligaba a readaptarse de nuevo, pero a Gonzalo no se le dio tiempo. Es lo que tiene esta climatología, igual invita a quedarse en casa que provoca una mala cosecha de tila en los Alpes.
El equipo necesitaba ganar presencia física en el 3 y en el 4 y por ahí empezó a meter mano Félix Alonso. Pero, de momento, los quintetos más grandes han agravado el problema de generación de espacios que ya existía (volvemos a la mala configuración de la plantilla y al perfil de los jugadores exteriores) y los quintetos más habituales con Gonzalo parecen haberse contagiado.
Menos mal que, como dijo el Nóbel castellano Camilo Pepu Cela, no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo y, sí, mira cómo estamos, pues anda que Valladolid... Por si el caos no fuera ya poco, los árbitros agitaron la botella de gaseosa y, no podía ser de otra forma, 23-31 al descanso. Que vamos, que si recuperábamos un mínimo de sensatez, a este Valladolid se le pasaba por encima; pero también estábamos capacitados para pasar por encima de nosotros mismos.
Costó, porque sensatez no pusimos mucha, pero los pucelanos ayudaban lo que podían. Rati, el menos malo de los bases en la primera parte, empezó bien, pero terminó liándose. Luego le tocó a Nacho Varela. Su 2 de 3 en triples y la porfía de Davison (para bien y para mal) empataron a 46 finalizando el tercer cuarto. La tercera de Balvin y el descanso de Davison dieron oxígeno a Valladolid. Enseguida devolvió Alonso a Balvin y Davison a pista, con Quintela al 1. A 5 minutos el Obra estaba 2 arriba. Balvin tenía 4 faltas, pero a Stephens no le llega y Stevic no está fino. Bastaba con no botársela en el pie y nos la botamos en los dos, pero Valladolid no podía y parecía no querer. Anímicamente era importante ganar, pero queda tanto por corregir. Espero que a Félix le dejen trabajar.