
Cogió una renta de ocho puntos en el segundo cuarto y supo gestionarla hasta el final
08 mar 2025 . Actualizado a las 21:33 h.El Monbus Obradoiro ganó en Pumarín, 68-74, y por tanto cumplió el objetivo. Pero fue un triunfo con poco brillo, del que se pueden sacar varias lecturas. La más positiva, que sacó adelante el partido en un día flojo. La más preocupante, que en ningún momento cogió vuelo. Ganó porque tiene más centímetros y más calidad que el Oviedo, y porque supo apretar los dientes cuando el rival más amenazaba.
El primer cuarto se ajustó más a lo que quería Javi Rodríguez que a lo que pretendía Félix Alonso. El Oviedo aplicó el tono defensivo que le había pedido su entrenador, muy pegajoso atrás. Conseguía incomodar mucho a un Obradoiro incapaz de encontrar el ritmo, a pesar de la abundancia de rotaciones.
Los locales estaban muy fallones en el tiro, pero lo compensaban con el rebote ofensivo. Hasta siete capturas en esos primeros diez minutos que le dieron mucha vida y fueron una sangría para los santiagueses.
Pero, a pesar de los pesares, sin fluidez del Obradoiro en ataque y sin atornillar en defensa, el cuarto acabó con el marcador equilibrado, 17-16, con Brodziansky haciendo daño en el poste bajo como mejor y casi único argumento a la hora de buscar el aro.
En el segundo capítulo se acentuaron los problemas para el plantel de un Félix Alonso que seguía sin dar con la tecla del mejor cinco. El equipo se atascó y un 26-20 propició un tiempo muerto del técnico leonés. De ahí hasta el intermedio el parcial fue un 8-22 que se explica, en gran parte, a través de dos flancos. El Obradoiro mejoró desde la defensa. Cerró mejor el rebote. Y en ataque se encomendó más al talento individual que al juego colectivo. Davison, forzando acciones de uno contra uno que solo eran paradas con faltas personales, devolvió el equilibrio al electrónico. Y dos triples postreros de Nacho Varela y Barcello pusieron el 34-42 con el que terminó la primera mitad.
El Oviedo se fue al asueto con la sensación de que, sin haber sido peor, estaba ocho abajo en el marcador. No le pesó esa losa. Volvió como al principio, jugando al límite con las personales, cargando el rebote ofensivo.
El Obradoiro, ni encontraba su triples ni hacía valer su superioridad cerca del aro. Pero tampoco dejaba que los asturianos enlazasen una racha que pusiese en peligro la renta. Llegó a bajar a seis puntos, pero una canasta de Micovic y un triple de Faggiano cerraron el tercer cuarto con un 48-59. Las pérdidas de balón pasaron una cara factura a los anfitriones en este tramo.
El último capítulo fue el peor de los santiagueses, que llegaron a disfrutar de trece puntos de ventaja con una primera canasta de Quintela. Pero no conseguían apuntillar. De nuevo, faltaban canastas fruto del juego colectivo. Brodziansky se empecinaba con poco acierto, Barcello no tenía el día, tampoco Davison, salvo con los tiros libres...
Ni el Obradoiro sentenciaba ni el Oviedo coronaba su remontada. Quizás su último intento murió en un tapón de Brodziansky con la yema de los dedos, con 59-67 en el marcador.
Ficha técnica
Oviedo 68: Lobaco, Verplanken (17), Langarita, Martí (12) y Nweke (6) -cinco inicial-. Valinotti (7), Menuge (3), Amarante, Mikel Sanz (12) y Cossials (11).
Obradoiro 74: Nacho Varela (12), Quintela (3), Davison (14), Galán (7) y Balvin (11) -cinco inicial-. Brodziansky (9), Micovic (2), Andronikashvili, Faggiano (3), Alex Barcello (11), Stevic (2) y Grela.
Parciales en cada cuarto: 17-16, 17-26, 17-20 y 20-15.