Mostovoi, capitán del Celta en la Liga de Campeones, recuerda cómo fue el partido en el que el equipo se clasificó para el máximo torneo europeo
Un año antes se habían quedado a las puertas. Por eso la obsesión de Alexander Mostovoi el 15 de junio del 2003, en el partido en el que Balaídos recibía a una Real Sociedad que se jugaba el título de Liga, era que la historia no se repitiera. Que en el duelo por hacer historia fuera el Celta quien consiguiera romper su techo y se clasificara para la Champions League por primera -y hasta hoy única- vez en su historia. Fue exactamente lo que sucedió.
El Zar presume de que nunca necesitaba motivación ante los grandes retos ni tampoco notaba presión alguna. Aquella noche lo demostró marcando los dos primeros tantos de un partido tan mágico como épico, que finalizó 3-2. «No sé si son mis goles más importantes. Por suerte, marqué muchos. Pero sí sé que ese día sentimos que habíamos hecho feliz a mucha gente, a una ciudad. Y eso fue lo mejor de todo», recuerda desde Rusia. «El Celta hace historia y entra en la Champions», tituló La Voz en su primera página, con una foto en la que Mostovoi salía con Horacio Gómez en el vestuario. «Teníamos todos los jugadores, yo el primero, esa idea de ganar como fuera: por un gol, dos, tres... Y eso sabiendo que la Real tenía muy buen equipo, pero no se nos podía escapar. No les teníamos miedo».
Mostovoi tiene grabado a fuego cada detalle de aquel encuentro en el que más de 30.000 personas abarrotaron el municipal vigués. Destaca la presencia enfrente de su amigo Karpin, céltico hasta la temporada anterior, y de futbolistas de renombre como Nihat, Kovacevic, Xabi Alonso o De Pedro. Pero sobre todo recuerda los instantes finales. «Cuando marcan el segundo debían de quedar diez minutos, pero parecieron horas. Temía que fuera como el año anterior, que en un partido se fuera a la mierda el trabajo de toda la temporada», revela.
El exfutbolista se había acostumbrado incluso a poner por delante a los suyos para luego acabar sufriendo reveses como el de la final de Copa frente al Zaragoza o el partido contra el Sevilla con otro billete de Champions en juego en el curso 2001/2002. «Es una pena que yo no pueda decir que mis goles sirvieron para ganar esto o lo otro. En el Celta tuve al lado a los mejores futbolistas con los que he jugado en 25 años de carrera y siempre digo que fue una pena no conseguir un título. Pero aquella clasificación sí tuvo un significado muy especial», admite. Porque aun echando de menos haber alcanzado cotas mayores, se muestra a la vez orgulloso de lo que consiguió como parte del Celta. «Pasan los años y me extraña que me sigan llamando y preguntando por estas cosas. Digo: ‘Joder, es imposible que pasara todo esto conmigo’».
Una de las grandes imágenes de la celebración de la clasificación para la Champions es la de Mostovoi entre lágrimas en el vestuario, tapándose el rostro con las manos. Él pasa de puntillas. «Hicimos muchas mariconadas», suelta entre carcajadas. Y se detiene más en lo colectivo. «Nos quedamos mucho tiempo en el campo con la gente: bailando, gritando, haciendo el loco. Y luego, en el vestuario, más de lo mismo. Cuando salimos afuera en descapotable con la gente fue increíble. Vigo se había volcado con nosotros».
¿Por qué ese año y no los anteriores? Mostovoi no lo relaciona con el cambio de entrenador -«con Víctor Fernández fueron años buenísimos, y con Lotina, también»-. «Desde que llegué al Celta siempre dije que había muchas cosas que mejorar, dentro y fuera del campo, si se querían conseguir cosas. Poco a poco se fue logrando y al final nos quedamos muy cerca de todo. Faltó suerte para haber llegado más alto», profundiza.
Aquella primera participación en Champions ha quedado vinculada al descenso del curso siguiente, último de Mostovoi en Vigo. La campaña en la que intercalaron gestas como la de San Siro con resultados mucho más mundanos en la Liga. El Zar lo achaca a la gestión de la directiva e insiste en los impagos que tantas veces ha denunciado. Pasado el tiempo, pesa más lo bueno. «Aunque fue una pena que acabara así, vivimos momentos muy bonitos. Cuando pasan estas cosas hay que disfrutarlo porque nunca sabes cuándo o si se volverá a conseguir. Por mucho que pase el tiempo, no se olvida».
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