
REDACCIÓN VILAGARCÍA El cacereño Javier Conde, a sus doce años apunta maneras. El flamenco corre por sus venas, lo heredó de su padre, paciente maestro que ahora lo acompaña a todas sus actuaciones. Cinco horas diarias de ensayo que tiene que compatibilizar con sus estudios. De vacaciones en Galicia ha querido cumplir el deseo de su abuelo gallego que quiere verlo tocar aquí. Esta noche, a partir de las 21.30, actuará en el Club Marítimo de Vilanova. Este virtuoso de la guitarra y del flamenco empezó a tocar a los cuatro años y desde aquella no ha parado. Los conciertos por toda España y el último en Italia, empiezan a hacer sonar su nombre. Su padre quiere tomárselo con calma, «cada vez que lo comparan con algún maestro como Paco de Lucía, yo digo que ya el tiempo dirá». Su currículum lo avala, segundo premio en el Concurso Jóvenes Valores de Guitarra Flamenca con diez años, premio Especial y Mención de Honor en el Concurso Internacional de Guitarra Flamenca a los doce y el finalista más joven de la historia del festival «Cante de las minas», entre otros. De momento toca temas de grandes maestros, como Andrés Batista, Paco de Lucía o Niño Miguel, porque su padre quiere «que se nutra de lo mejor de cada artista y no que imite a uno en concreto». Sus alegrías, la danza mora, las farrucas o la marcha turca, dejaron impresionados a los asistentes a Casa Patas, feudo madrileño del flamenco. Las actuaciones en grandes teatros no le asustan, con un aplomo poco frecuente para su edad, afirma que «lo que más le gusta de ser guitarrista es que con una actuación de hora y media puedes ganar para vivir y lo que menos, lo mucho que tiene que estudiar». Su familia no quiere especular sobre su futuro, pero el talento se nota al primer acorde.