Pedras Negras, piedras blancas

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA

AROUSA

En directo | El estado de la «zona cero» de O Salnés tras el paso de la marea negra Los restos del fuel que el 3 de diciembre del 2002 golpearon el entorno de San Vicente han sido eliminados de forma tan radical que las rocas se ven desnudas de vida

02 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

El silencio es parecido, pero sus causas muy distintas. El 3 de diciembre del 2002, las mariscadoras de O Grove se asomaban con temor a los arenales de San Vicente, escrutando el mar, aguardando una amenaza muchas veces negada pero a la postre confirmada por la tozuda evidencia de los hechos. El fuel cercaba Arousa, pugnando por penetrar en el santuario de la acuicultura gallega. Y el entorno de Pedras Negras se iba a llevar su parte, la peor de todo O Salnés, la peor de toda la ría junto a Sálvora y Aguiño, en el envite. Entonces, la preocupación cegaba las palabras. Hoy, la situación se ha invertido hasta tal punto que las rocas teñidas de negro brillan bajo un sol intermitente con una blancura casi artificial. Hoy son las ganas de pasar página las que marcan un ritmo sigiloso. El camino hacia la playa de A Batería, zona cero de la zona cero, está desierto. Nada que ver con la algarabía generada por los centenares de voluntarios que, con la llegada del puente de la Constitución, atestaron durante semanas el paseo litoral y las alambradas, abiertas por una vez, de la reserva militar para colaborar en la limpieza de rocas y arena. Las propias rampas de madera, antes negras, lucen prácticamente intactas, como si nada hubiese sucedido. Pequeñas pintas oscuras en las zonas más recónditas constituyen el único rastro visible del chapapote que, doce meses atrás, inundó este lugar con una viscosidad pestilente hasta el mareo. Las conchas de mejillón, rotas, vacías, han sustituido al hidrocarburo sobre la arena. Y otra marea, la de los plásticos, los aerosoles oxidados, las botellas vacías y la basura en general, continúa golpeando la costa. Para ella no hay remedio. Con o sin Prestige , el mar sigue siendo el mismo vertedero al servicio de los mismos bastardos descerebrados. Los experimentos de limpieza A comienzos de diciembre, junto a los voluntarios, arribaron a San Vicente un grupo de emprendedores asturianos. Especializados en la limpieza de túneles de mina, pusieron en práctica un entonces novedoso sistema para intentar liberar las piedras del manto de chapapote que las cubría: unas bombas recogían agua de mar para lanzarla a presión sobre las rocas; un menudillo de material semejante al corcho ejercía un efecto limpiador idéntico. El experimento constituyó un triunfo. Tanto, que un miembro de Adena, procedente del parque nacional de Doñana, recordó sobre el terreno que también se puede morir de éxito. La hidrolimpieza era tan eficaz que se llevaba todo por delante. El fuel, sí, pero también la cubierta que se deposita naturalmente sobre el litoral pedregoso. Los líquenes y toda presencia de vida en las piedras saltaba por los aires. Aun así, el agua a presión se instituyó como un método fundamental para la retirada del hidrocarburo en buena parte de la costa gallega. El representante de Adena explicó en O Grove la disyuntiva que se presentaba ante los técnicos: «En estos casos hay que escoger entre la importancia ecológica del lugar afectado y su valor desde otros puntos de vista, como el turístico. Si la importancia de la imagen del lugar contaminado está clara y la riqueza natural no es mucha, es necesario actual cuanto antes». Evidentemente, en San Vicente no hubo dudas. Pesca y mejilla en A Lanzada La siguiente plaza fue A Lanzada, amaneció sembrada de galletas el 10 de diciembre. Las olas fecundantes arrastraban la muerte desde Ons y el océano. Un año después, las ondas depositan en la arena racimos de mejilla. Un hombre tiende su tercer sedal del día. «Aquí cóllense boas robalizas e sargos, pero hoxe nada», dice, mientras apura una faria. Su coreano pardo en nada recuerda a los monos blancos que hace un suspiro pescaban fuel aquí mismo. El tiempo va pasando. La memoria, también.