Hoy en día las figuras del fútbol son también personajes famosos del mundo rosa, una circunstancia bien distinta a la de los tiempos de Pazos. «Son mundos totalmente distintos. Antes tenías que saber estar, ni una palabra más alta que la otra, había que comportarse como Dios manda. Cuando uno es futbolista, torero o artista tiene que saber que eso se acaba, y yo siempre he seguido la máxima de que lo que debe permanecer siempre es la persona. He tenido mis juergas pero a la hora de trabajar siempre estaba en mi puesto», recuerda. -No es cierto pero ya que lo pregunta, después de tantos años voy a comentarlo. Empezó a correr el rumor de que estaba con la artista Queta Claver y yo entonces ya tenía novia. Ésa fue la que me endosaron. Se dio la circunstancia de que con los rumores que había en la calle, fuimos a Valladolid, íbamos ganando 1-3 y faltando siete minutos perdimos 4-3. Entonces dijeron que descuidaba mi trabajo y el Madrid me prohibió entrenar y me cedió al Hércules por ese bulo. Hicieron más caso a los demás que a mi. -Un mal trago pero, en general, dice que ha tenido más satisfacciones que problemas. -Sí, sí, me quiere mucha gente. El historial deportivo es importante pero estoy más contento con lo personal. -Quizás se eche en falta un reconocimiento público como le ocurre a otros futbolistas de su categoría. ¿No se siente un poco olvidado, especialmente en su tierra? -No. Estoy muy agradecido al fútbol, siempre me trataron muy bien. Tengo la medalla de bronce al mérito deportivo y muchas placas. El fútbol me ha dado todo lo que tengo hoy. En Galicia tengo mis amistades y familiares. Yo digo que primero soy gallego y después español, pero la vida me llevó a otro lugar.