AREOSO | O |
05 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.LOS HAY a cientos y en cualquier punto de la geografía. Ningún diccionario recoge su definición y, según la jerga del lugar, se conocen como malotes o tujos, según se prefiera. No es muy difícil identificar a alguno de estos elementos. Los hay de los dos sexos (bendita igualdad), visten a lo surfero, pero sin tabla y en vez de chanclas, lo que sería lo más normal en la época del año que corre, llevan unas botas que pesan la cuarta parte de su masa corporal. Son fácilmente reconocibles porque, que llueva o que nieve, siempre llevan gafas pastilleras en la cabeza (nunca en los ojos, lo que resulta curioso). Se gastan un bote de gomina al día y se mueven al estilo cowboy. Todo un espectáculo. Para más Inri, se desplazan en eso que ellos llaman «coche de última generación». No hablan de comodidad, hablan de caballos y de potencia. Los tunean a lo bestia y los equipan con una cadena musical más cara que el propio coche. Encima les ponen un alerón que asusta, y las llantas no fallan aunque las ruedas sean de segunda mano. Cuando me cruzo con alguno de ellos por la calle me asusto y hago lo posible por cambiar de acera. Prefiero escuchar los anticuados piropos de los obreros que que lastimen mis oídos con el «guapérrima tío, guapérrima».