La aventura vital de Pepe Rubianes comenzó en Vilaxoán, en la calle Nova, el 2 de septiembre de 1947. Siendo todavía un niño, su familia se trasladó a Barcelona, donde todavía vive su hermana. Fue allí, en la capital catalana, donde su ironía, su ingenio y su irreductible sentimiento de libertad encontraron el mejor humus sobre el que crecer y desarrollarse. Algo que no impidió que cada verano, siempre que era posible, retornase como ave migratoria a las orillas del mar de Arousa.
Desde el punto de vista creativo, Rubianes demostró una aguda intuición, adelantándose varias décadas a la explosión de un género que hoy colmata las televisiones pero que, a comienzos de los años 80, pocos se atrevían a cultivar: el monólogo. Piezas como Pay Pay , que le abrió los escenarios de Centroamérica, Ño , Sin palabras y En resumidas cuentas son, todavía hoy, referencias del humor inteligente. Entre sus colaboraciones también figura el montaje de la Operación Ubú , junto a Els Joglars.
El mejor Maki Navaja
Consagrado en los escenarios de Cataluña -no hay más que escuchar hablar a Buenafuente o comprobar cómo su último montaje agotó entradas durante dos años en Barcelona- la popularidad estatal le llegó a través de la televisión, en los 90. Rubianes tomó el relevo de Pajares, que había interpretado al personaje en sus dos entregas cinematográficas, para firmar el mejor Maki Navaja en la serie del mismo título.