Visto desde fuera, el campo de golf de A Toxa parece un remanso de paz. A ojos del profano, el green no parece ser un lugar adecuado para las crispaciones, los desencuentros y las guerras. Sin embargo, sobre las suaves ondulaciones del campo de A Toxa se ha estado librando desde hace meses una silenciosa batalla. Una lucha entre socios que finalizó el domingo, en el transcurso de una tensa asamblea en la que se tenía que elegir a quienes durante los próximos años deberán llevar el timón del club. Los socios hablaron, y lo hicieron para prorrogar durante un mandato más los poderes del presidente Javier Romero.
La victoria de éste fue, en cuanto a los números, mínima: logró 298 votos frente a los 292 de su contrincante, Juan Carlos Cebrián. Sin embargo, quienes apoyan a Romero aseguran que la victoria de éste tiene más que ver con la historia de David y Goliat que con cualquier otra cosa. ¿La razón? Que el aspirante a hacerse con el control del club de golf, Juan Carlos Cebrián, llegaba a la asamblea con 150 votos asegurados, los correspondientes a una entidad bancaria.
Sin embargo, ni siquiera esa bolsa de votos permitió su victoria. «Nos unimos los socios y conseguimos ganar por seis votos de diferencia», comentaba ayer una de las personas que apoyó la candidatura de Romero. La presidencia de éste ha costado muchas semanas de trabajo, de campaña casi puerta a puerta y movilizando a los asociados, que en la asamblea del domingo protagonizaron «enfrentamientos muy intensos». «Nos da la impresión de que quienes aspiraban a coger las riendas pretendían reducir el número de socios del club, y esa era una posibilidad que no nos gustaba», explica ese mismo socio.